viernes, 16 de diciembre de 2011

RAFA DE CORRAL, LA METAFISICA DE LO URBANO

Por razones que no vienen a cuento seguí muy de cerca los primeros pasos del pintor bilbaíno Rafa de Corral, y ahora, unos cuantos años después, tengo la fortuna estética e intelectual de poder contemplar su última exposición que se presenta en el Colegio de Arquitectos de Valencia. De entrada, confieso que me ha llamado la atención la notable coherencia de sus creaciones desarrollada durante todo ese tiempo, la fidelidad a una poética que arrancó pegada al asfalto de la ciudad que pisamos cada día, la madurez, en definitiva, de un artista de carrera que, afincado en Valencia, sabe dar un paso más en cada muestra a partir de la aparente ciudad deshabitada y sin rostros que quiso dibujar cuando ofreció sus primeras exposiciones individuales a finales de los 90.
Cuando escribo este comentario tengo delante de mí un cuadro de pequeño formato de una calle sin nombre, de una ciudad sin nombre, una calle pequeña que puede estar en Montmartre, El Carmen o el Madrid de los Austrias. No importa, pero su imagen muestra amor y cuidado por ese espacio urbano, un callejón medio iluminado, sus balcones lucen macetas, sus pequeños árboles sombra. Nadie lo habita, pero está habitado. Intuyo que el pintor en este comienzo de camino quiere ser sobretodo observador, analista, respetuoso pero cargado de interrogantes. Como está empezando todavía no quiere calificar, como sabe pintar se comporta como un pintor académico y realista, aparente reproductor de la realidad urbana. Miraba la ciudad desde la ventana, desde las terrazas, desde las vias ferroviarias, desde las aceras. Un observador prudente que deseaba ir paso a paso.
Y precisamente esos orígenes son los que han permitido a Rafa de Corral comportarse ahora con la madurez técnica y la libertad de discurso estético, evidente en la exposición de Valencia. Porque por su alma y su cuerpo ha pasado todo un proceso creativo que le permite mostrar ahora con brillantez el interior arquitectónico, las estructuras técnicas, las formas geométricas que escondían los edificios antiguos de aquel apacible y convencional pequeño cuadro. Incluso más, el pintor, sigue proyectando sus formas sobre la ciudad, pero la urbe cada vez se encuentra más dentro de él, no necesita mirarla ni observarla. Muestra un afán permanente por recrear espacios metafísicos, y sin embargo afines a espacios posibles y conocidos, hermanados con formas y perspectivas que marcan la pintura de todos los tiempos. Creo que el soporte elegido de planos y diseños de un proyecto arquitectónico sobre cartón arrugado, en esta ocasión es un mero pretexto para hacer volar sus formas, para suspenderlas, si pudiera, de cielos inmensos, de horizontes enigmáticos. En esta muestra las pinturas son todavia planas, pero sus perspectivas estan reclamando salir del lienzo y quedar colgadas del techo.

Las evocaciones que sugieren sus composiciones remiten sin quererlo a la magnificencia de formas del edificio Veles i Vents, del arquitecto David Chiperfield, en la nueva marina del puerto de nuestra ciudad. Un edificio que goza de una perspectiva magnífica, pensado como planos monumentales que se deslizan unos sobre otros para crear palcos, tribunas, balcones, zonas de sombra desde donde contemplar el campo de competiciones naúticas.  Las formas contundentes, en ocres, negros y grises, de sus pinturas de perspectivas  a veces imposibles remiten a su imaginario vasco, en el que Chillida ha perforado el metal para sacarle aire, alma, emoción, como quien de la piedra o de los troncos de árboles construye una hazaña milenaria. Y los cielos es la parte más poética de sus composiciones, cielos de luz mediterránea que no sólo acompañan al sol sino que también expresan la tormenta, la gota fría, el vendaval, el granizo, la madrugada, el atardecer, la noche fría. 
Leo en el catálogo de la exposición que Rafa presentó en la sala de Renfe con el título de "Fragmentos urbanos" : "un observador interesado en descubrir las líneas, los volúmenes, los elementos industriales que conforman la ciudad. Mira desde las terrazas para perfilar el horizonte de antenas antes de fundirse con el inmenso cielo". Eso que escribí hace unos años me permite ahora añadir: Rafa ya no mira la ciudad, su observación le resulta pequeña, porque está dentro de sí mismo. La falta de proyecto al comenzar una carrera pictórica se compensa con la capacidad de observar, pero cuando ya se está en la madurez la observación se suple con la creación, con la intuición, con la búsqueda, con los impulsos de llegar a lo desconocido aplicando las técnicas que uno domina.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

LA COLECCIÓN DEL MUSEO DE ARTE DE VILAFAMÉS

Dos premisas para un proyecto cultural sólido y estable. Crear un museo de arte contemporáneo de carácter abierto, en el que la obra artística pudiera moverse y sustituirse según evolucionara la voluntad del artista. Abrir un museo que ofreciera al visitante una visión amplia, profunda y antidogmática de todo el arte pictórico y escultórico, con marca de excelencia, producido por importantes y diversas generaciones en nuestro país entre los años 60 y 90 del pasado siglo.
A partir de la ruptura estética radical provocada por las grandes vanguardias europeas de comienzos del siglo XX, el arte ya no podía echar marcha atrás. Y la creación artística se apuntó, entre los jóvenes, en España, a esa aventura radical, que se ilustra en Vilafamés,  añadiendo un referente propio, marcado por el antifranquismo y la nueva conciencia social de superar la mediocridad nacional y el aislamiento cultural del exterior.
            Estos argumentos barajados por el promotor y gestor de la colección museográfica, el crítico y ensayista valenciano Vicente Aguilera Cerni, hacen que el Museo de Vilafamés sea hoy imprescindible para conocer todas las tendencias que arraigaron en España antes del desembarco general de la posmodernidad en el discurso cultural. El visitante de esta institución  artística de carácter público, dependiente del Ayuntamiento del pueblo y de la Diputación de Castellón, no quedará defraudado si realiza un recorrido por las numerosas salas, teniendo vivo el sentido histórico  de esta colección, que reúne el mejor arte producido en España durante y después del franquismo.  También es significativa la presencia de obra internacional, pero ese no constituye el objetivo prioritario de la colección.  

Periferia cultural y rural

            Otro valor añadido al interés artístico de la obra que se expone y que también se conserva en sus almacenes, procede del espacio patrimonial y geográfico elegido para poner en marcha esa iniciativa cultural. En cierto modo, para hacerse eco del éxito alcanzado por la idea motriz del Museo de Arte Abstracto de Cuenca (mostrar y promover el arte moderno fuera de las relaciones sociales de la gran ciudad y de la cultura urbana), Aguilera Cerni buscó un pueblo perteneciente a una comarca del interior de La Plana Alta, con un centro histórico medio abandonado, y marcado por una larga historia en el tiempo.
Ese fue el continente adecuado para realizar un sueño y dar vida a una quimera cultural. El antiguo y deteriorado palacio del Bayle estaba esperando con los brazos abiertos una oportunidad para salir del abandono arquitectónico, mientras, paralelamente, tres mil vecinos buscaban un nuevo horizonte vital que reactivara la vida económica y social de su pueblo. Y así surgió el diálogo y el pacto entre una propuesta artística radical, innovadora, anticonvencional, y una sociedad conservadora, de fuertes raíces rurales, pero dispuesta a optar por un futuro mejor y progresivo.


            Cuando el Museo se abrió en 1972 (su creación se produjo dos años antes) no sólo se alineó con esa oportunidad de promover el arte contemporáneo desde la periferia española y a notable distancia estética del arte oficial del momento, sino que también pretendió poner en pie un proyecto cultural marcado por un compromiso social, que recoge claramente sus estatutos. El Museo de Vilafamés se crea como “una empresa colectiva cuyo destinatario es el pueblo… como núcleo de irradiación cultural, entendiendo que la cultura es un patrimonio colectivo interdisciplinar”.
            La innovación también se  aplicó a la relación con los artistas para acentuar el carácter abierto, dinámico e histórico de la colección museística. La relación contractual con el artista invitado a participar en el proyecto era y es variada: la obra permanece en depósito temporal o indefinido, puede ser o no ser vendida, y una tercera posibilidad es su donación desinteresada a la institución, al patrimonio cultural municipal del pueblo vilafamesino, el único propietario de la colección.

Trescientas obras
           
El Museo de Vilafamés siempre sorprende cuando se repite visita después de unos años de ausencia, porque parte de sus obras expuestas son renovadas habitualmente. Sin embargo, el esquema general de la colección y de la visita permanece intacto en lo esencial desde que Aguilera Cerni fijara su coherencia durante los primeros años. Yo he tenido la fortuna de poder asistir al momento fundacional y a sus diferentes renovaciones.
            Tras su rehabilitación en 1995 el Museo expone en una treintena de salas y jardines exteriores cerca de 300 obras, pinturas y esculturas, firmadas por dos centenares y medio de artistas. Pero esto es sólo la parte visible de la colección, porque su catalogación total dobla la cifra de obras expuestas, y el listado actual de creadores supera los cuatrocientos nombres diferentes. Un 40% son artistas valencianos, otro 40%  procede del resto de España y el 20% restante pertenece a nombres extranjeros.
            A Vicente Aguilera Cerni le gustaba definirse como un crítico de arte comprometido con su tiempo. De ese modo, si se marcan los hitos más significativos de su trayectoria vital y estética, será fácil establecer una descripción didáctica de los movimientos y tendencias mejor representados en la colección del Museo. Su vinculación directa con la génesis de determinadas propuestas artísticas en España, explica los lazos sólidos y estrechos que mantuvo con una numerosa nómina de creadores que transformaron en obra artística propuestas estéticas de Aguilera. El apoyo de aquellos creadores y la presencia de sus obras en el inicio del Museo, representaron y siguen representando el capital cultural más preciado de esta iniciativa museística.


            Entre 1956 y 1961 se formalizó en Valencia el Grupo Parpalló, con artistas muy apreciables y diversos, que practicaban desde la figuración al neoconstructivismo, reunidos por el denominador común de querer estar en el mundo y comprometidos con la sociedad.  Aguilera, tras la disolución del grupo, potenció una de las tendencias expresadas por el colectivo y creó Estampa Popular de Valencia, alternativa comprometida con la política y la cultura del momento sin mediar siglas de partidos políticos. Los nuevos lenguajes de la publicidad y de la reproducción múltiple de la obra de arte, así como la revisión de la gran Historia universal del Arte, marcaron los pasos de las formaciones valencianas Equipo Crónica (Rafael Solbes-Manuel Valdés) y Equipo Realidad (Joan Cardells-Jorge Ballester). El arte pop de raíz popular, guiado por la ironía estética y el afán crítico, ocupó el magisterio estético de Aguilera Cerni en ese tiempo. Otro movimiento artístico denominado Antes del Arte también marcó su recorrido crítico durante unos años en los que se adoró la imagen geométrica como si se tratara de un signo prehistórico. En la colección del Museo todas estas apuestas estéticas están ampliamente representadas.

Una treintena de salas

            La presencia de la experiencia Parpalló se muestra en los cuadros de Manolo Gil, situados en el puente evolutivo del expresionismo a la abstracción, en las materias de Ribera Berenguer y las integraciones de Salvador Soria. Todos los grandes paisajistas de esa época lucen obra en Vilafamés: Porcar, Genaro Lahuerta, Francisco Lozano, Luis Arcas, Progreso, sin olvidar el cromatismo de Ripollés.
            Cuando la abstracción se convirtió en geometría, arte cinético y efectos ópticos, surgieron las importantes obras que vemos en Vílafamés, realizadas por Eusebio Sempere, Julio Le Parc, Elena Asíns, Yturralde, Michavila, Soledad Sevilla.  Estas composiciones ocupan importantes salas del Museo, junto al intimismo de Hernández Mompó y Jordi Teixidor.
            La apertura del Museo coincidió con los años más brillantes del realismo crítico de los Crónica y Realidad, con los aislamientos de Anzo y las multitudes de Genovés, las importantes propuestas de Boix, Heras y Armengol y las críticas al capital de Antoni Miró,  muy relacionadas con el cartelismo del valenciano republicano Josep Renau. De esos años también procede la exhuberancia sensual de Urculo y Cillero, y los aires de copla española de Alcaín instalados en el altar del palacio, un homenaje a sus antiguos residentes como Doña Victoria Gavalda de Zorita y Hornavell, benefactora del pueblo en el XVII desde su elevada posición social. En la iglesia del centro histórico honran su memoria.
            Otras salas muestran la poética de Luis Gordillo y la revisión del informalismo que plantean José Sanleón, Uiso Alemany, Rafael Calduch y Miguel Angel Ríos.
            Tal vez lo más reciente corresponde a las incorporaciones de obra realizada en los últimos años del siglo XX con nombres representativos como los de Joël Mestre, Jesús Alonso, Javier Chapa, Equipo Límite, Javier Garcerá y Alcalá-Canales, entre otros.
            La pretensión histórica de la colección permite en las primeras salas del Museo recrear tiempos republicanos y círculos parisinos con Alberto, Manuel Ángeles Ortiz, Pérez Contel, Renau, o los primeros atisbos de europeismo marcados por Modest Cuixart y Martín Chirino.
             Son importantes las salas dedicadas a la cerámica  (Arcadi Blasco, Manuel Safont, Elisenda Sala…) y a la escultura de los años 80 (Ángeles Marco, Natividad Navalón, Pepe Romero, Amparo Carbonell…)
            Pero no pretendo en este texto ser exhaustivo en la enumeración de nombres y salas. Valga lo escrito para dar pistas suficientes y generar un justificado interés por conocer la colección. Ni qué decir tiene que la creación del Museo Popular de Arte Contemporáneo de Vilafamés fue pionera en España y especialmente en la Comunidad Valenciana. Años después de su apertura, otras iniciativas, la creación del Museo Reina Sofía, del IVAM y de otros numerosos contenedores culturales, superaron el vacío existente en la conservación del arte contemporáneo. En Vilafamés, Vicente Aguilera Cerni, ayudado por numerosos artistas, puso las bases de cómo hacer perdurar la obra de arte más allá del tiempo histórico que la genera.


           
           

jueves, 24 de noviembre de 2011

EL VERSALLES DE MARIA ANTONIETA

          La población de Versalles representa en la monarquía francesa lo que Aranjuez, El Escorial o el mismo Madrid encierran de historias de las largas dinastías de los Habsburgos y de los Borbones en nuestro país. Cuando Luis XIV, el Rey Sol, a mediados del XVII decidió transformar un pabellón de caza en luminoso y reluciente palacio, a un tiro de piedra de Paris, quiso transformar sus bosques y el nuevo urbanismo del lugar en imagen social del poder absoluto. Y así es, un auténtico escenario teatral donde sólo se puede representar la comedia de “Yo soy el Rey”, el ombligo del mundo conocido, el centro del universo.
Del mismo modo que tres anchas avenidas (Paris, Sceaux y Saint Cloud) conducen necesariamente al viajero a la puerta de palacio como si fueran tres rayos situados en las 4, 6 y 8 horas de un reloj utópico, desde los balcones de Versalles el Rey era el centro de la naturaleza, de todas las miradas de nobles y plebeyos. Desde palacio nadie se escapaba a la mirada de Luis XIV, perdido en el horizonte de un paisaje geométricamente perfecto y abrumador por sus dimensiones.
Noviembre no es un mal mes para visitar este paraje, la lluvia ligera se entremezcla con el sol suave, las hojas caídas de los monumentales plataneros crean alfombras amarillas, naranjas, casi rojas. Mi destino en realidad era el teatro de palacio, Opera Royal, situado en el ala norte e inaugurado con motivo de los esponsales de Maria Antonieta con el futuro Luis XVI. El estreno del ballet Marie Antoinette, creado por el bailarín y coreógrafo Patrick de Bana, a partir de la dramaturgia que le elaboré para poder ofrecer su historia resumida en dos actos y ocho escenas, subía por primera vez a ese escenario en una producción del ballet de la Opera de Viena, que dirige el francés Manuel Legris.
Se trata de un teatro de 750 localidades, muchas de ellas pensadas para asistir de pie, apretado en estrechos palcos, a la gran comida que la familia real protagonizaba abajo en el reconvertido patio de butacas. Los Reyes hacían siempre su vida cotidiana en público, hasta se divulgaba oficialmente la noche que hacían el amor. Era el espectáculo permanente de la Corte. Por eso Versalles sigue siendo un escenario.
La figura de esta joven princesa, nacida en Viena y guillotinada en París por la Revolución burguesa de 1789, proyecta todavía en Versalles una sombra alargada, melancólica, sensual, romántica, trágica. Si diriges tus pasos por el Versalles íntimo del pequeño Trianon, donde la reina reunía a sus amistades más cercanas, lejos de las miradas cortesanas, sin protocolo, en su pequeño teatro, en sus jardines, en su pequeño templo dedicado al amor, la presencia de un cisne blanco te puede permitir tocar el placer de un mundo aparte, lejos del poder y la gloria. La aldea rural construida en este rincón de Versalles era el parque temático de sus amigos e hijos donde recuperar el contacto directo con los animales, el gusto por la agricultura ecológica, los sabores y rumores naturales.
La leyenda de Maria Antonieta sigue alimentándose hoy con libros, películas, diseños, perfumes. En la librería de los Príncipes los visitantes encontramos un atractivo bazar de calidad para recrear sus gustos rococos, su vida, sus infortunios, sus cartas, su muerte. Es tal vez el personaje de la desaparecida dinastía francesa de los Borbones que más tinta sigue consumiendo en el tiempo actual. Hasta el guionista y biógrafo de Luis Buñuel, Jean Claude Carrière, se ha atrevido a escribir su verdad historia para un film de televisión nacional. Porque fue una inesperada heroína de tragedia clásica.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

GUIA PARA DESCUBRIR EL HIMALAYA


       La editorial Triangle, con la colaboración de Librería Patagonia y Club Marco Polo, ha presentado en el Centro Excursionista de Valencia la primera guía en castellano que se edita en el mundo para realizar los circuitos de trekking por el Everest y los Annapurnas. Lo habitual es plantearse esos desplazamientos de cumbres de más de 3.000 en viajes organizados con agencias, pero esta guía realizada por el experto Sergi Lara da toda la información precisa para también andar y ascender con autonomía y en solitario.
         Más de quince libros especializados en rutas de montaña acreditan con nivel de excelencia al geógrafo Sergi Lara (Barcelona, 1973) en la travesía que propone por el macizo del Everest y los dos grandes circuitos en torno a los Annapurnas. Su experiencia en programar grandes viajes para agencias especializadas le permite tener no sólo la información adecuada sino también las vivencias para lanzar algunos consejos a los deseosos de cumplir esos destinos viajeros: no hay que ir con los días contados porque la aclimatación, en especial a partir de los 4.000 metros, exige añadir días no previstos de adaptación del organismo; la media de 2 o 3 kms hora mientras se asciende es el ritmo de paseo recomendado para una adecuada aclimatación; las rutas propuestas están dotadas de alojamientos rurales con cama y comida caliente, lo cual en alta montaña es un regalo; se recomienda salir desde Katmandú donde se encuentran  todos los planos y libros posibles sobre el Himalaya.
         Hasta ahora esa información sólo estaba escrita en inglés y francés. Con la iniciativa de Triangle, editorial cuya sede social se encuentra en Menorca, los aficionados al trekking internacional tienen el Himalaya más cerca y descrito en castellano. Marzo y abril son los meses  recomendados para esos viajes, los horizontes limpios convierten el paisaje en esa época en cuadros de pinturas del realismo mágico. Pero también en otoño se puede programar un mes por las cimas de Nepal y Tibet.

jueves, 13 de octubre de 2011

CECILIA BARTOLOMÉ, EL CINE DE LA TRANSICIÓN

El festival de cine hecho por mujeres, promovido por la asociación de mujeres de la escena teatral Dones en Art (la escritora y actriz Antonia Bueno es su presidenta) me ha permitido reencontrar el cine de la alicantina Cecilia Bartolomé, después de un tiempo no haber visto algo nuevo de su escasa obra cinematográfica. Y precisamente lo que ví fué una pieza de "arqueologia cinematográfica", que me sorprendió en positivo: el mediometraje con el que Cecilia se licenció en la escuela de Madrid, y que le supuso aprobar la carrera de realización. Pero de poco le sirvió, porque la valentia de algunas escenas de su trabajo final de carrera inquietaron profundamente a la censura, que decidió condenar a Cecilia a no trabajar y mandó su mediometraje a la hoguera. Por fortuna un influyente hombre de cine franquista, según nos contó la realizadora, sacó clandestinamente una copia de "Margarita y el lobo". Y precisamente esa cinta "ilegal" es la que hemos podido disfrutar en Valencia.

La película es un producto fresco, divertido, crítico, con pretensión de musical, hecho con medios escasos pero de uso muy inteligente. Se trata de una narración de varios episodios de una joven que se casa en principio enamorada, pero que al poco tiempo pretende descasarse en un pais donde solo se administraba el matrimonio canónico y para toda la vida. 



El encanto de la lógica reza el titular de una atractiva biografia que existe sobre la vida y obra de Cecilia Bartolomé. Pero a esta compañera de promoción de Pilar Miró, Patricio Guzmán, Manuel Gutierrez Aragón y Josefina Molina, lo que para ella es lógica, para otros asentados en el poder es espíritu excesivamente critico. Por ello, en cierta medida, ha sido una experta en producir cine para la censura. De poco le sirvieron los consejos de sus profesores Berlanga y Borau  para que fuera más complaciente, pues su supuesta lógica, que ella más bien califica de sinrazón al describir las cosas tal como son sin olvidarse del humor, no le permitió ejercer la profesión que quería y le obligó a trabajar en el cine publicitario para mantenerse activa. Siempre le quedó la fortuna de tener al lado un excelente compañero y marido como es el caso de Jose Luis Alcaine, maestro del buen cine español, y compartir pasión por el cine con su hermano Jose Juan, implicado también en el mediometraje.

En la Historia del Cine Valenciano, editada por Prensa Ibérica y Filmoteca valenciana, tuve la oportunidad de entrevistar a esta realizadora cuando sólo contaba en su filmografia con los títulos "Vamonos, Bárbara" y  "Después de ..." A raíz de la visión de "Margarita y el lobo" se completa mi juicio y mi incondicional simpatía por esta lúcida alicantina que aprendió lo que es la vida en la antigua colonia de Guinea, en Fernando Poo, hasta que dió el salto a la metrópoli para estudiar cine y chocar con una sociedad bajo control, incapaz de digerir el espíritu iconoclasta del mayo del 68. 

jueves, 29 de septiembre de 2011

JORGE BALLESTER, DESPUES DE 35 AÑOS

Da un poco de vértigo celebrar conmemoraciones que establecen grandes períodos de 30, 35, 40 años como balances de un trabajo, de un ejercicio profesional, de una trayectoria vital,  pues al realizar esa extensa y larga mirada hacia atrás con benevolencia y placer, se plantea de inmediato la pregunta de qué pasará ahora, qué sucederá las próximas décadas. En nuestro pais se suceden a menudo en los últimos tiempos esos balances. Y es que en cierto modo hace esos años el tiempo histórico cambió afortunadamente para muchos de nosotros.
Todas esas conmemoraciones estan marcando un punto de origen similar, una coincidencia generacional un poco inquietante. Somos las personas que en 1976, años más años menos, tras la muerte del dictador Franco, desarrollamos, impulsados por  la euforia de la libertad conquistada, un trabajo cultural y profesional de largo recorrido marcado por la recuperación democrática.
La inquietud procede de que esas conmemoraciones cada día se suceden más, hoy es un periódico que celebra sus aniversarios, mañana una compañia teatral, pasado un escritor de reconocida solvencia o un cantante de arraigado recorrido. Y el espectador, que por su edad no es protagonista, se pregunta: "una vez que desaparezcan esas generaciones ¿habrá algo más que conmemorar?"
A veces en España tenemos la impresión de que lo que no nació en la transición dificilmente puede encontrar un espacio sólido en el panorama cultural. Y no lo digo precisamente por mí o mis compañeros de profesión, que por fortuna y nacimiento tuvimos oportunidad de ser miembros activos de las generaciones de la transición. Sino por otros muchos nacidos en los 60, en los 70, que al parecer todavia no han podido desarrollar una voz conjunta generacional que marque una referencia histórica.
Estos pensamientos se suceden en mi cabeza a propósito de la monumental y apasionante exposición que presenta el artista Jorge Ballester, en solitario, en La Nau, el centro cultural de la Universitat de Valencia, balance de 35 años de trabajo pictórico realizado en silencio, en un tiempo en el que su proyección pública se aplicaba a la más sustanciosa profesión de diseñador y publicista. La exposición arranca en 1976, con los últimos cuadros firmados por el Equipo Realidad (sin el alter ego de Joan Cardells), y se para en hoy mismo, con unas recientes composiciones plásticas que confirman la capacidad artística de Ballester.

El discurso interno de la muestra se articula en cuatro argumentos, y precisamente el primero marca el origen de la memoria que establece Ballester en La Nau, los años de plomo, los años de una pintura sin concesiones ni ganas de complacer al auditorio informalista o seguidor del pop. El 76 es el año de la ruptura del Equipo Realidad y el intento de mantener la marca con otro interlocutor que no fuera Cardells sin alcanzar el resultado deseado.  Por eso los primeros cuadros de la exposición remiten a aquellas series de los cuadros de historia, de las reproducciones de fotografias documentales, marcadas por el blanco y el negro, por la gama de grises, por un tiempo que no regalaba el más mínimo respiro ni permitía bajar la guardia.
En cierto modo el impecable trabajo que ofrece esta muestra es una venganza inteligente dirigida a quienes pensaron que el acta de defunción del artista Jorge Ballester se escribió en 1976 al disolverse el equipo. Y no fué así porque surgió una nueva identidad, la del creador total, hijo de artista (Tonico Ballester) y sobrino de artista (Josep Renau), que siguió pintando no por construirse una profesión sino para alimentar una pasión.
Estos últimos años el psiquiatra y coleccionista Javier Lacruz ha realizado una investigación muy completa de los diez años del  Equipo Realidad. En ese libro se encuentra el auténtico testamento vital y artistico desde donde arranca la muestra actual de Ballester. Lacruz ha escrito la versión definitiva de esa década, incluso ha inventariado cuadros que no estaban catalogados, como el que reproduce el juicio contra el periodista Julian Gomez "Gorkin", en el que yo aparezco como informador que sigue el desarrollo de la vista oral. Este lienzo forma parte de la serie de "Cuadros de historia" y anima las paredes de mi espacio de trabajo desde que en 1975 mantuve una estrecha y cariñosa colaboración con los Realidad.
Pues bien, en el tiempo de plomo comienza la muestra, pero luego recorre con maestria otros legados de la historia del arte. El cubismo nació con Picasso y su generación, pero esa inspiración de dar la vuelta a la pintura no ha perecido. Ballester la conjuga con rigor.  En el tercer ámbito de los carnes de identidad el pintor construye su propio autorretrato y visita las iconografias de otros referentes culturales e intelectuales que ayudaron a Jorge Ballester a construir su memoria personal y generacional. En ese tramo de la exposición pinta a la manera de quien quiere, no tiene límites ni ataduras.


El recorrido concluye con un apartado dedicado a la recreación de la lucha libre mexicana y a un mundo de personajes marginales en los que la tensión de la violencia se funde con el del circo y el teatro, un espectáculo del mundo que tiene más afán de parodia que de representación incontestable. Los años del plomo se han desvanecido en esos queridos monstruos gracias a una rebeldia personal de mantenerse permanentemente al margen pero comprometido con el devenir social y vital. La temporada artística de Valencia arranca en La Nau con una propuesta de visita obligatoria. 




martes, 2 de agosto de 2011

NOCHE DE VERANO

Bajo el cielo del verano metropolitano, intensa noche musical. Reunión de amigos al cielo raso para escuchar las propuestas que Nacho Mañó ha elaborado junto con su mujer Gisela Renes en la grabación de un disco homenaje a Chico Buarque. El proyecto no es tal, ya es una realidad. Las nuevas armonias de tradicionales compases de Chico adaptados por la pareja suenan dirigidos directamente al corazón. En la pantalla la grabación de todo el acompañamiento, de todas las voces y los instrumentos que acompañan a Nacho y Gisela. En directo solamente su guitarra y la sugestiva voz de Gisela.
Hemos sido invitados al jardin de su casa, amigos, familiares, antiguos compañeros de Presuntos Implicados, colaboradores de la dilatada carrera de Nacho como compositor, productor, músico. Las miradas de satisfacción se van consolidando según avanza la actuación. Parece una improvisación. Pero no es así. Todo está preparado. La experiencia de tantos conciertos a cuestas permite a este público cómplice y generoso tratarlo de una manera más espontánea. El estómago y la sed ya quedaron saciados en el primer tiempo del encuentro. Ahora es el momento de la emoción, la sensualidad, la poesía. Dicen que lo estan rodando, que qué nos parece. Es un proyecto acariciado desde largo tiempo. Tomó primeras formas en el arranque de su relación. La nueva encrucijada musical es la oportunidad de retomarlo y darle un impulso definitivo. E intentar conseguir la bendición del creador brasileño. Pronto tendremos en el mercado esta novedad: las canciones de Chico Buarque revisitadas por Gisela y Nacho.
Pero la noche musical tiene otras intervenciones no previstas. Si el ambiente se  caldea tal vez acabaremos haciendo todos de coro. Enérgico, con fuerte presencia escénica, con una voz que rompe el susurro de la samba y Rio de Janeiro, aparece ante el micrófono un invitado que también quiere reinterpretar las canciones de Chico, pero con la energia especial del pop mediterráneo. Enseña la otra faz de la luna que nos presentó Gisela.  Luego nos lleva de la mano a Nino Bravo y su beso y una flor. "¿Quién es, de qué me suena su cara?". Porque cambia bastante tras el micrófono, sobre el improvisado escenario. Hoy va vestido de colega dispuesto a consumir unas copas nocturnas con los amigos. En escena a menudo sabe disfrazarse. Sobre todo en los primeros años, cuando la cresta parecía más una peluca de Maria Antonieta que un tupé de rockero inmortal. "¿Quien canta y se mueve como si fuera Joe Cocker entre amigos?". Pues bien, es Jose Manuel Casañ - me apuntan-, fundador y líder de Seguridad Social, una de las bandas más consolidadas del pop valenciano.






Y se agolpan en mi mente los recuerdos y las imágenes de cuando nos conocimos en 1985. Radiocadena Española, red de emisoras que yo dirigía entonces en la Comunidad Valenciana, quiso transformar el mortecino Festival de Benidorm en plataforma de encuentro y promoción del nuevo pop español. Cada autonomía seleccionó los mejores grupos y en la final nacional de Benidorm, bendecidos por el patriarca Joe Cocker, los tres primeros ganaron sus respectivos galardones. Seguridad Social fué seleccionado en Pachá Valencia como el mejor entre más de 60 grupos, y en Benidorm quedó el segundo, detrás de Círculo Vicioso. Héroes del Silencio, después de ganar en Aragón, no se clasificó entre los tres primeros puestos. Este festival fue el comienzo en España de la banda rockera de Casañ. El y su proyecto son los que continúan. Y les queda cuerda para rato. Hay quien tiene vocación de eterno principiante como José Manuel. Los demás músicos del grupo que actuaron en Pachá ya no constan.
Las fotos que aquí os enseño reflejan la emoción y profesionalidad del concurso. El joven rockero junto al conseller de Educación y Cultura, Cipriano Ciscar, patrocinador del concurso, en un programa de RCE en directo. La entrega del premio, la actitud provocativa de Casañ con su nuevo público, los ejercicios malabares de Seguridad Social en los estudios de RCE.
La sorpresa de esta noche de verano metropolitano llega a su fin. Casañ abandona el micrófono y nos fundimos en un cariñoso abrazo. De su cuerpo y de sus palabras afloran gestos e expresiones de gracias, muchas gracias, "nos disteis la primera oportunidad, creisteis en nosotros", y del mío la euforia y la alegría de reencontrarlo en una noche tan distendida. Es la recompensa de haber colaborado durante cuatro años a dar nuevas oportunidades a la música que hicieron los jóvenes valencianos a finales de los años 80.  Minutos antes Casañ también se preguntaba desde el escenario: "¿de qué conozco a este señor, de qué me suena su cara?". Lo de señor será por las canas, porque mi interior todavía baila al ritmo de aquellos conciertos de Pachá. ¿Recordais el "comerranas"?.

martes, 5 de julio de 2011

ALFARO, ÚLTIMOS DIAS

EL Centro de Cultura Contemporánea, Octubre, prolonga hasta el 16 de julio la posibilidad de contemplar la exposición dedicada a los primeros pasos del artista Andreu Alfaro. Quienes sentimos una admiración por todo lo que este creador realiza, no podemos dejar de animar a quien todavía no ha visitado la muestra a que se acerque por este nostálgico espacio de la calle San Fernando de Valencia y compruebe en sus bocetos publicitarios, en sus diseños de libros, discos y carteles, en sus maquetas para exposiciones y en ornamentaciones arquitectónicas, las múltiples aplicaciones de las lineas y curvas de Alfaro.

Su alfabeto esencial parece el resultado de una carrera intensa, pero la muestra de Octubre confirma que el escultor y el pintor ya estaban incorporados en sus primeros trabajos publicitarios, bajo el paraguas de la empresa Publipres, cuando se trataba de generar confianza al usuario del brillante tablero de Railite: " se usa y no deja huella, siempre nuevo y limpio". Había pasado la época del plástico, y entonces, en los años 60, al ritmo de los primeros compases del rock local, había que incorporar a los ciudadanos a la utilización de un aglomerado revestido de una chapa plastificada bautizada como Railite. Alfaro formaba parte de los creativos que en esta firma publicitaria generaban nuevas modas, nuevas costumbres.


La iconografia de carteles y portadas de libros eran auténticos bocetos de líneas y curvas, eran anticipos de esos juegos de aspas de acero, molinos atados y parados en el asfalto, que contemplamos en las plazas de nuestras ciudades, o incluso en las fachadas de algunas naves industriales cuyos propietarios quieren mostrar de ese modo su alianza con el arte y el coleccionismo.

Exposiciones de Andreu Alfaro han habido y siguen produciendose numerosas, pero esta, si acaso, se diferencia de las anteriores en su caracter íntimo, alternativo y confidencial. Su comisario Daniel Giralt- Miracle ha recuperado al artista menos conocido de la fotografía y del diseño gráfico, de la publicidad y del diseño industrial, incluso al escultor que se acercó al teatro con unas dotes interpretativas muy elocuentes.

En Octubre encontramos el artista total y global, que no se muestra ajeno a ninguna expresión gráfica donde poder aplicar su genio mediterráneo.

martes, 24 de mayo de 2011

PEDRO ZARAGOZA, UN VISIONARIO DEL TURISMO DE MASAS EN EL MEDITERRÁNEO



         Recorrió todo el escalafón político que la dictadura franquista permitió a alguno de sus dirigentes. De alcalde de Benidorm, Pedro Zaragoza Orts pasó a presidente de la Diputación de Alicante y gobernador civil de Guadalajara, sin menospreciar antes una dirección general de Turismo en el Gobierno de España y un escaño de procurador en Cortes.
Se autodefinía “franquista republicano” y “gestor” de la cosa pública en beneficio de los administrados. “Soy falangista”, decía en las tertulias, “pero si alguien me dice que soy de derechas me sienta peor que si me insultasen”.
Al morir Franco en 1975 dejó la política, pero decidió no cambiar de chaqueta y recuperó sus negocios y estudios universitarios. Siguió ejerciendo de falangista y franquista nostágico, y sin embargo en su gestión ya había colocado en Benidorm los cimientos del turismo mediterráneo de masas, había creado la oferta de sol y playa al gusto de las mayorías jubiladas, del mismo modo que el moderno estado del bienestar gracias a la socialdemocracia europea habia puesto al servicio de todos la asistencia sanitaria y la educación gratuita.Y todo esto guardando fidelidad, como escribo con incredulidad, a una ideologia trasnochada, propia de la dictadura totalitaria que había generado este polémico personaje.
     Con esta tarjeta de presentación biográfica cabe preguntarse tres años después de su muerte, ¿con qué apoyos y colaboraciones contó el fundador del Benidorm moderno para ejercer de visionario del turismo europeo de masas, mientras como político profesaba el aislamiento franquista y la democracia orgánica?. La apertura y consulta de su archivo da pie a encontrar en sus documentos alguna respuesta verosímil a esta elocuente contradicción.  
         El archivo personal y administrativo de sus años de politico franquista se encuentra depositado en la Universitat de Alicante (UA), para que los investigadores puedan reconstruir episodios de su trayectoria. Este legado a la UA no es casual, pues su admiración por el mundo universitario le transformó en un insólito estudiante octogenario hasta su muerte, acaecida el 1 de abril de 2008, con 85 años. Zaragoza antes de expirar había decidido que su memoria política permaneciera entre los muros de la institución porque en ella había ejercido de profesor colaborador de la Escuela Oficial de Turismo, después de estudiar esa especialidad. En la vecina Universidad de Elche también estudió en la vejez los tres primeros años de Periodismo.

Gesto de humildad

         “Era un hombre vital e inquieto”, afirma el profesor Fernando Vera, que lo tuvo de alumno. “Matricularse con casi 80 años en un programa formativo es un gesto de humildad y de grandeza al mismo tiempo”. A sus discípulos, con los que Zaragoza mantuvo frecuentes coloquios, les explica que en los años 50 anticipó en la costa alicantina lo que luego en los 60 serían las grandes actuaciones del turismo español.
    En realidad siempre mantuvo viva la curiosidad de saber. Al finalizar los 70, y coincidiendo con su alejamiento de la política activa, concluyó por fin la licenciatura en Derecho para ejercer de abogado urbanista en su recién estrenada vida privada. Parece que su vinculación al saber universitario va a continuar después de muerto, pues existe el proyecto de crear en la UA una cátedra de estudios turísticos con su nombre.
         Hoy sorprende que al entrar en la alcaldía de Benidorm en 1951 (la dejó quince años después) defendiera la planificación en la actividad turística, el respeto al medio ambiente y la estrecha colaboración con arquitectos y urbanistas. En el diario “Madrid” escribió de la necesaria relación entre arquitectos y alcaldes. También en un pleno municipal convocado de urgencia de noche se opuso a la urbanización de la simbólica Isla de Benidorm y pidió su declaración como espacio natural. Del mismo modo se pronunció en contra de la transformación del puerto pesquero en puerto comercial para salvaguardar la calidad de las aguas de las extensas playas, el principal recurso turístico del municipio. Ambas medidas ahora nadie las cuestiona.



         Favorecido por la mano del arquitecto vasco Pedro Bidagor, promotor de la ley del Suelo desde una dirección general del Ministerio de la Vivienda, consiguió que Benidorm disfrutara del primer Plan General de Ordenación Urbana en 1954: regulación de 15 millones de metros cuadrados, ocho kilómetros de playa y acantilados, urbanización de dos millones de metros cuadrados, 15.000 metros de nuevas calles… estos números constituían las grandes cifras de un megaproyecto todavía vigente. Y aseguraba, en los medios informativos de la época,que no hubo expropiaciones.
          Asi pues, sus vecinos y administrados apoyaron su sueño: levantar en un pueblo marinero de 2.300 habitantes una nueva ciudad de vacaciones para recibir a la emergente clase media europea en una zona natural privilegiada. Los operadores turísticos del Reino Unido a su vez convencieron para construir en vertical en vez de horizontal, y Benidorm se convirtió en la nueva ciudad británica de ocio del Mediterráneo.
En audiencia ante Franco en 1965 defendió el sueño de Benidorm como la mejor postal de la España franquista: “cientos de miles de europeos…han regresado a sus países con un prejuicio menos en relación con la verdad de España y con el verdadero sentido de las realizaciones del Movimiento”.  En otra audiencia posterior, recogida también por su archivo personal, aseguraba que “la nueva riqueza creada no ha servido para enriquecer al latifundista del turismo sino para arraigar en el pueblo a esos mismos que antes emigraban”.

Auténtico patriarca 
    Al sociólogo urbanista Mario Gaviria no le extraña que el PGOU tuviera el respaldo de todo un pueblo, porque Zaragoza siempre se comportó como un auténtico patriarca. “Ejerció de personaje decimonónico, de benefactor del pueblo. Era un patriarca como los que encontramos a lo largo de las culturas mediterráneas, con un sentido del servicio por los demás muy arraigado”. No ocultaba su ideología falangista,pero respetaba las opiniones especialmente de los técnicos que trabajaban para él (como las de Gaviria, abiertamente de izquierdas) y prestaba ayuda a quien la pidiera. Sin embargo, en público las diferentes corporaciones democráticas del PSOE y del PP fueron objetivo habitual de sus críticas y pocos elogios.
Gaviria en los años 70 realizó el estudio medioambiental de Benidorm y reforzó los criterios del PGOU. “Como patriarca se mantuvo siempre vigilante y observador de la realidad”. No cambió de ideología, para “mantener la congruencia”, asegura el profesor Vera. Zaragoza decía: “proliferan los traidores y los cobardes, pero aun quedan personas consecuentes que no nos arrepentimos de lo que hicimos”.  

Llega el turismo
 Al entrar en la alcaldía con sólo 27 años, impulsó, con aires de visionario y precursor, la apertura turística de España. Políticamente seguía siendo un país negado en el exterior por la ilegitimidad democrática del régimen franquista. Una de las batallas de Zaragoza para conseguirla pasaba por cambiar las costumbres morales. “En la temporada de baños debe resplandecer la moralidad pública”, decía un bando local de 1951, que conserva su archivo personal. Se prohibía “el uso de bañadores que por su forma o parte del cuerpo que dejan desnudo ofendan al pudor o decencia pública”. “Los bañadores femeninos deberán ser honestos”, no como el biquini de las extranjeras. Los caballeros no podrán vestir “taparrabos o bañadores que no sean pantalón de deportes, meyba o similares”. Fuera del agua obligatorio taparse con el albornoz.  




Pues bien, Pedro Zaragoza, amenazado con la excomunión por hacer vista gorda al uso del biquini en Benidorm, se atrevió en 1952 a sancionar a quienes insultaran a las extranjeras que vestían dos piezas en la playa. Pese a difundir esos bandos en su playa, su instinto para realizar golpes mediáticos le impulsó a coger su vespa y viajar a Madrid para justificar ante Franco la medida y menospreciar a los jerarcas locales en su trasnochada moralidad. Salió vencedor. El dictador debió quedar reconfortado con el ímpetu del joven alcalde, pues tiempo después le concedió su estrecha amistad familiar y la estancia vacacional de Carmen Polo en su propia casa. Zaragoza contaba que esos días, para él privilegiados, dormía con una pistola bajo la almohada para garantizar la seguridad de doña Carmen.  
         El archivo ofrece asimismo abundante información sobre las relaciones personales y políticas que mantuvo, orientadas sobre todo a promocionar Benidorm, con los nombres más populares de la época. Al príncipe Juan Carlos de Borbón le pide ayuda para obras benéficas. Con el heredero de la corona austrohúngara, el archiduque Otto de Habsburgo, europeísta y cristiano, abre un foro político para debatir las relaciones de España con  Europa y Extremo Oriente. Fruto de esa relación el monarca sin trono mantiene abierta una residencia en el municipio alicantino. Perón, desde su exilio obligado en Madrid, le agradece el envío de manzanas, limones y licores, y le corresponde con un intermediario, el cantante Carlos Acuña. Pedro Zaragoza le alaba al destacar “su gran sentido social, única forma de poder susceptible de hacer frente a la oposición yanqui y soviética” y le invita a repetir vacaciones en Benidorm con su esposa Isabelita.
         Otra relación personal que hace valer con frecuencia para llevar a cabo sus proyectos es el ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne. En octubre de 1964 le pide interceder por nuevas inversiones ante otros ministerios. A Benidorm “puede considerársele un pueblo escaparate debido a los muchos extranjeros que nos visitan y que se llevarán una impresión de España, según la que nosotros les hayamos producido”, escribe al ministro. Le recuerda que el presupuesto municipal de 1950 era de 70.000 pesetas, en 1964 alcanzó los 14 millones y en 1965 los 30 millones. En 1963 Benidorm proporcionó once millones de dólares en divisas cambiadas por los turistas.

"Pueden estar tranquilos"

Pedro Zaragoza argumentó en vida disponer de un archivo “muy completo y detallado”, pero de hecho, hay que subrayar, nunca lo utilizó para perjudicar a nadie porque debió romper los papeles más comprometidos. “Pueden estar tranquilos los que sientan algún temor, pues esas informaciones las guarda no un cajón sino mi conciencia”.
El archivo depositado en la UA ofrece curiosas lecciones de marketing turístico. En Suecia, por ejemplo, se colocaron durante el frío diciembre ramas de almendro en flor traídas de La Marina en los escaparates de las agencias de viaje con el letrero de Benidorm. Los transeúntes entraban sorprendidos para comprobar si eran de plástico o naturales. El lema turístico decía: “el sol pasa el invierno en Benidorm… y la brisa el verano”. La campaña además garantizaba el sol. Por cada día que el sol no saliera, la estancia en el hotel era gratuita. Otra imaginativa iniciativa garantizaba la programación del viaje de boda premiando a los vascos que se casaran el día de la Virgen de Begoña con un equipo completo para el primer bebé.
         Una campaña de desprestigio de Finlandia contra el turismo español se contraprogramó con la estancia promocional de una familia de lapones, que criaban renos, en las playas de Benidorm. La audiencia ante Franco con su traje típico fue portada de prensa muy colorista. Y el baño de los laponés en la playa una odisea. 




         Pedro Zaragoza hasta los últimos días de su vida mantuvo firme su interés por ayudar a los vecinos de Benidorm y ejercer de patriarca. Sorprende, por ejemplo, que tras su muerte la prensa de Alicante publicara el testimonio de una mujer progresista, agradecida porque le ayudó desinteresadamente a que su hijo superara un cáncer.Posiblemente su respeto a los técnicos de ideologias abiertas y su conciencia de la política entendida como servicio, le permitió mantener el doble juego de su mano derecha fiel a la democracia orgánica mientras la izquierda practicaba la opinión popular. 



 

martes, 17 de mayo de 2011

CASTIELFABIB, EN EL RINCÓN DE ADEMUZ


         Si la iglesia fortaleza de Castielfabib estuviera localizada en una capital de provincia ya habría originado extensos informes y más de una iniciativa novelesca. Su larga rehabilitación, cuyo final todavía no se divisa pues dependerá de las futuras subvenciones, ha permitido regenerar partes esenciales del edificio, como las cubiertas, y realizar catas que marcan un camino complicado pero apasionante.
         Este pequeño pueblo situado en el extremo norte del Rincón de Ademuz ha pasado a las crónicas viajeras como uno de los lugares donde todavía los mozos se agarran a la campana Guillermina de la iglesia para hacerla voltear en Pascua desafiando una caída al vacío desde más de 40 metros de altura. Precisamente el templo medieval que acoge ese campanario reúne testimonios valiosos de la historia que escribieron moros y cristianos desde el siglo XIII en estas tierras por donde los caballeros aragoneses iniciaron su conquista. Desde un torreón de la fortaleza se divisan poblaciones turolenses que acompañan al Guadalaviar o Turia. Si el campanario ha hecho famoso al templo y al pueblo, llegará un día que la historia del templo redoblará esa fama merecida.
         La iglesia está construida en el cuarto piso superior de una sólida fortaleza, que fue creciendo conforme se presentaron las nuevas necesidades de uso. Entre las zonas todavía por analizar se encuentran importantes enterramientos de monjes que ocuparon el conjunto arquitectónico y de guerreros y población civil. Hace 800 años, ahora en el verano de 2011, se celebraron Cortes de la Corona de Aragón, como las que en aquellos tiempos pudo acoger otro pueblo fronterizo valenciano, Alpuente, situado más abajo del Rincón de Ademuz y en la misma carretera hacia el litoral. Su estructura gótica, recuperada tras levantar el revestimiento neoclásico, permite asegurar al arquitecto de la rehabilitación, el valenciano Francisco Cervera, que hubo ambición por construir un templo sólido y elegante. Pero el hecho es que aquel pasado ha quedado tapado por siglos de desidia y olvido, y ahora la tarea para devolverle su valor artístico resulta inmensa.
         Castielfabib, el castillo de la amistad en traducción del árabe, tiene un urbanismo imposible como Ademuz y otras poblaciones de la zona. Por eso los nativos siguen cantando “si te casas en Castiel no te faltarán tormentos, subir y bajar las cuestas e ir y venir del convento”.  Son poblaciones con desniveles muy marcados al situarse en laderas de montañas abruptas.
         En la jornada que dedicamos a esta zona los escritores valencianos de turismo pudimos comprobar la seria labor realizada por el complejo de turismo rural Los Centenares en la recuperación de especies frutales (manzana esperiega), productos de huerta y microreservas de flora autóctona.
         La cita gastronómica con Casa Domingo, en Ademuz, pioneros de la promoción turística de la zona, cumplió sobradamente las expectativas. El arroz empedrado llegó después de sabrosos entrantes (ajo arriero, migas…) cocinados con productos del cerdo como base. Y para finalizar buñuelos de manzana. Es la segunda y tercera generación que siguen el negocio de Domingo Aparicio, fundador del restaurante en los años 70, ampliado a alojamiento y otras necesidades turísticas.
         Los de Ademuz están muy cerca de Teruel, pero tienen claro que la historia autónoma valenciana comenzó en su tierra. Tuvieron que recordarles a las tropas de Jaime I que siguieran tierra abajo porque en el litoral había más valencianos.