domingo, 22 de julio de 2012

RTVE, DE NUEVO, BAJO CONTROL DE UN PARTIDO

   Los medios informativos de caracter público a menudo son moneda de intercambio o afirmación entre fuerzas políticas con aspiraciones de gobierno. Y claramente estas se equivocan cuando acceden al poder e implantan una dinámica de control y amordazamiento. Pues la libertad informativa y la competencia de unos medios públicos vigorosos, seguidos por la audiencia y fieles a un ejercicio de independencia cívica, siempre representan un termómetro de salud mental en cualquier sociedad que desee vivir libre y con opiniones plurales.
   En la década de los 80 del pasado siglo hubo un debate a fondo sobre el futuro de todos los periódicos y emisoras de radio que habían integrado la extensa red de medios de comunicación del franquismo. La radio tuvo la suerte de no sucumbir a los afanes privatizadores de entonces, mientras que los diarios pasaron a ser subastados y también algunos fenecieron en la tumba del silencio. De aquella encrucijada salió una radio pública rejuvenizada por la información local y de cercania a través de Radio Cadena Española (RCE). La cobertura estatal de Radio Nacional de España (RNE) se convirtió también en la gran plataforma de los nuevos estilos de programación y mensajes radiofónicos. Los que optaron por cerrar o subastar cabeceras de periódicos rentables y con una área de difusión definida no dieron la oportunidad de confirmar la eficacia informativa de unos diarios de caracter público, financiados por el erario público y dispuestos a dar juego al conjunto de la sociedad.
   El debate de aquellos años se repitió después a menudo cuando se hablaba del presente y futuro de RTVE, pero a diferencia de entonces, hace unos años el PSOE desde el Gobierno de la nación supo negociar en 2006 su regulación legal para alejar el juego de partidos de la configuración de la nueva Corporación RTVE y fijar una estabilidad presupuestaria y profesional al ejercicio diario del periodismo honesto y competitivo en la televisión y radio. Frente a la manipulación unidireccional del partido gobernante se abrió la dinámica de un amplio control por parte del Parlamento. 
   El PP, a escasos meses de llegar a Moncloa, ha desarrollado una vez más su obsesión de transformar los medios públicos en medios de partido, ha cambiado la mayoria de 2/3 para elegir director general por la mayoria absoluta, y ha emprendido la transformación de TVE y RNE en plataformas informativas domesticadas, al servicio de los gabinetes de prensa gubernamentales, dispuestas a retirarse de las carreras de audiencias para ceder de nuevo el paso a otras cadenas privadas. Con la llegada del PP al Gobierno TVE ha comenzado a perder el primer puesto de audiencias que había conquistado con rigor y juego limpio en los años últimos.
 
 

En la pasada primavera celebramos los 75 años de RNE, asi como los 63 de RNE en Valencia. El estudio móvil abrió sus puertas en una plataforma situada entre la Plaza de Toros y la Estación del Norte para durante dos jornadas acercar a los vecinos de Valencia el juego fascinante de la radio pública. Mis compañeros de RNE me invitaron a participar en un programa sobre la historia valenciana de Radio Nacional para contar la experiencia de radio pública de cercania que desarrollamos en RCE (emisora de la que fuí director regional cuatro años) antes de nuestra fusión con RNE. Mi homenaje al aniversario fué afirmar que del mismo modo que la sociedad española hizo su transición democrática, la radio pública y sus profesionales protagonizamos nuestra transición que no ruptura. Porque no había que olvidar que estos 75 años arrancaron en el transcurso de un golpe de estado contra el gobierno legítimo de la II República Española  cuando el general Franco decidió abrir una red de emisoras como aparato de propaganda y para difundir una información manipulada. Entre muchos conseguimos que una radio de contenido fascista se  adaptara a la libertad política, a la cultura democrática y a la tolerancia ideológica. Por eso en las dos últimas legislaturas  protagonizadas por el Gobierno de Rodriguez Zapatero, RNE y TVE han sido de nuevo siglas de credibilidad informativa y de apoyo mayoritario de la audiencia. Ahora con el afán manipulador del PP se abre una nueva etapa de descrédito de los medios públicos. Se criticará su coste económico con cargo a los Presupuestos del Estado para favorecer a continuación su privatización parcial o total.
   ¿A quién hace daño la información libre y contrastada? ¿Tan dificil resulta aceptar la independencia y la autonomia de unos medios públicos de comunicación que persigan la defensa del interés general y del libre juego político de la democracia?