sábado, 5 de agosto de 2017

MACASTRE :DONDE VERANEABAN LOS ESCRITORES DE LA RENAIXENÇA (II)

(Continuación del pregón de fiestas que presenté en la población de Macastre en agosto de 2017)

Ferrer i Bigné en el diario Las Provincias escribió en septiembre de 1883, sobre una tradición de los pueblos de la comarca, a raíz  de la expulsión de los moriscos. Se pensaba que en el viejo castillo de Macastre, al tenerse que embarcar hacia África precipitadamente a raíz del decreto de expulsión que firmó el monarca español, los moriscos habían dejado ocultos numerosos tesoros así como las llaves de sus casas, por si algún día podían volver. Por causa de esa leyenda se llegó a realizar un día excavaciones en el castillo, que no sirvieron para nada.

Ferrer i Bigné en el mismo artículo subrayaba que el verdadero tesoro del pueblo era la afluencia de forasteros y veraneantes, el aumento del valor de las fincas rústicas y urbanas y el desarrollo de la riqueza pública con la llegada a Buñol del tren Valencia- Cuenca- Madrid, lo que aportaba riqueza real y no fantasías a Macastre.
En aquellos veraneos de los escritores de la Renaixença, los Escalante, el matrimonio y sus seis hijos, no faltaban nunca a su cita estival con el pueblo. Para ellos Macastre era el paraíso. Desde el pueblo, el dramaturgo Eduard Escalante dirigía cartas a sus amigos de Valencia,en estos términos: “desde este ameno retiro, desde estas frescas montañas y estos pintorescos sitios, descansando sobre un lecho de romeros y tomillos a la bienhechora sombra de un frondoso y verde pino…” Y así, con estas dulces palabras, seguía su carta que, en realidad, era un poema de exaltación del verano, las vacaciones y la riqueza natural de vuestro pueblo.
Todos estos nombres de Llorente, Millás, Escalante, Ferrer i Bigné, que forman parte de nuestra tradición literaria, representaban a la Renaixença, el movimiento cultural que creó la identidad regional valenciana en el siglo XIX. La recuperación que estáis haciendo de estos hechos, de esta historia, estoy convencido que puede impulsar, de hecho ya está impulsando, un nuevo renacimiento de vuestra vida cultural y social.
Queridos amigos, queridas amigas de Macastre, disfrutad con las fiestas que hoy comienzan.
Hace más de cien años pasar el verano en Macastre era una delicia. Y hoy, en el año 2017, también es un regalo para el espíritu y el cuerpo.
Las horas se consumían comiendo los higos de la senda de Santa Bárbara, subiendo al castillo, buscando un río o una alberca para bañarse, representando sainetes y comedias, leyendo poesías y cuentos, organizando cenas de sobaquillo, tertulias y juegos de cartas.
Como se ve en esta foto de 1927, la gente gozaba en las fiestas del verano con las tracas y la música de banda. Como diría Miguel El Sarriero, uno de vuestros vecinos ilustres, usando su vocabulario macastreño: “en vacaciones los veraneantes se comían una fotraca de clavillaus”. Palabras que quieren decir que comían muchísimos higos muy maduros.
Vecinos y visitantes de Macastre. Vivís en un pueblo que sigue mirando hacia el futuro con optimismo. Hay gente joven entre vosotros, gente que nació después de la Transición, que trabaja por transformar Macastre en un pueblo acogedor, abierto al turismo cultural y rural. 
Os animo a que pongais magia e imaginación a todas las actividades que hagáis durante las fiestas patronales, como se refleja en esta foto tomada a los universitarios de Escena Erasmus en el castillo.  Gozad con la música excelente de vuestra banda Santa Cecilia, y con la formación invitada Unión Musical Lira Realense de Real, que esta noche van a actuar para todos nosotros.
Divertíos con la música de todos los estilos y ritmos, pasadlo bien con el baile y con el deporte durante los días de  fiestas. 
Esforzaos como hormiguicas inteligentes para ganar los diferentes premios del concurso de paellas. Disfrutad del buen comer y de la buena siesta. Sorprenderos con el teatro, la cultura y la pólvora.    
Felices fiestas. Bones festes.
Moltes gràcies per escoltar-me. Bon estiu.
Muchas gracias por escucharme. Feliz verano.

MACASTRE: DONDE VERANEABAN LOS ESCRITORES DE LA RENAIXENÇA (I)

(Este verano de 2017 he tenido el placer de hacer el pregón de las fiestas patronales de Macastre, pueblo donde permanecen ancladas numerosas raíces de mis antepasados por parte de padre. Así me expresé entre centenares de vecinos que llenaron la plaza. Las imágenes proyectadas sobre una pantalla iban ilustrando mis palabras) 

Queridos vecinos, queridas vecinas, queridos veraneantes de Macastre, buenas noches.
Estimats veïns, estimades veïnes, benvolguts estiuejants, bona nit.

Estoy encantado de poder invitaros a participar en las fiestas patronales de este verano.
Me siento orgulloso de animaros a compartir el interesante programa de actividades que os proponen este año las diferentes organizaciones que dan vida social a este pueblo.


De manera muy especial, me produce una gran alegría que sea el Ayuntamiento quien ha pensado en mi persona para hacer el pregón de las fiestas de 2017, después de honrar nuestra memoria familiar dedicando una calle a mi bisabuelo Manuel Millás.
Yo no he nacido en Macastre. Ahora tampoco soy veraneante. Sólo soy visitante habitual.  Pasé los veranos hace un tiempo en la zona del Bolot. Por tanto, me considero un higuero, satisfecho de haber combatido el calor con los buenos manantiales de este pueblo.
No soy de Macastre. Pero siempre he considerado que parte de mis raíces se encuentran en este pueblo, en esta comarca.
Mi bisabuelo paterno Manuel Millás Casanoves, dramaturgo y poeta, ayudó a convertir Macastre en destino de moda de veraneo en tiempos de la Renaixença. 
Inés Sagreras Ferrer es mi bisabuela, y también vivió en Macastre. Nació en Menorca, al igual que su hermano Juan Sagreras.
Este menorquín fue un hacendado, un empresario del siglo XIX, que tuvo la quimera industrial de elaborar queso de estilo menorquín en tierras de Macastre.
La travesía del pueblo tiene su nombre, el de Juan Sagreras Ferrer, desde hace mucho tiempo.
Inés fue, primero, la novia de verano de Manuel y después su esposa. 
Inés y Manuel, mis bisabuelos, tuvieron su gran casa en la calle Mayor, esquina con la plaza de los Árboles, según se distingue un poco al fondo en esta foto de 1915.
Mi abuelo paterno Manuel Millás Sagreras se casó con una macastreña, Salvadora Mossi Bolumar, en vuestra iglesia de la Transfiguración del Salvador, el 10 de abril de 1907.
También tuvieron su casa en la calle Mayor, en el número 4, hasta que murió mi abuela Salvadora y entonces sus herederos la vendieron. 
Siento que la energía vital de este pueblo, la vida social de sus calles, circula por mis venas y me remite a las vivencias de mis ancestros. 
Mi padre, Manuel Millás Mossi, levantó en unas huertas heredadas de su madre en la zona del Bolot una casa rural, llamada Los Cedros, en la que pasé entretenidos días de vacaciones. 
Esta casa fue fotografiada desde el castillo por un diario valenciano cuando cayó la gran nevada del 12 de febrero de 1983. 
El fotoreportero Jesús Ciscar, buen amigo mio, higuero que veraneaba en los chalets de los Cuatro Caminos, fue el autor de la instantánea. 
No he nacido en Macastre, pero he crecido bebiendo agua del Bolot. La recogíamos en garrafas el fin de semana cuando veníamos a visitar a los familiares del pueblo.
Precisamente en El Bolot, la familia de mis bisabuelos Inés y Manuel, organizaba reuniones con hijos y amigos, comidas y meriendas al aire libre, como podéis comprobar en la foto de 1905.

Hoy vuelve a salir agua por el Bolot y por La Fuente Grande, donde nuestros antepasados buscaban la sombra y la buena brisa para entablar una larga conversación entre amigos.
También sale agua por la escondida fuente de Santa Bárbara, después de unos preocupantes tiempos de sequía.
El agua es uno de los grandes recursos que atrae veraneantes al pueblo. Pero es un bien escaso en esta época. Ojala siga saliendo durante muchos años. 
Por el contrario, el fuego no es una circunstancia escasa, es una amenaza permanente que pone en peligro la existencia de vuestros inmensos bosques y montes. En el paseo del Bolot, un pequeño olivo, representativo de una Europa solidaria y abierta a los refugiados, está por fortuna creciendo con fuerza, y es un símbolo de lucha contra esos incendios injustificables que os han hecho mucho daño.
Yo sé,  porque lo he leído en periódicos y  libros antiguos, que en época de mis bisabuelos, de vuestros antepasados, aquí, en verano, se organizaban veladas culturales por la noche, como la que estamos celebrando hoy, se representaban sainetes y comedias en casa de los Navarro, actual sede del Ayuntamiento.

Se invitaba a visitar el pueblo a los escritores e intelectuales de Lo Rat Penat, como Teodor Llorente, fundador y director de Las Provincias, y Rafael Ferrer i Bigné, erudito, escritor y destacado miembro de la redacción de este periódico.
Luego, estos visitantes y veraneantes escribían artículos en la prensa. Y su lectura despertaba la curiosidad de nuevos viajeros.