domingo, 28 de abril de 2019

¡LA LECHE!, REVISTA CULTURAL PARA NIÑOS QUE CAMBIAN EL MUNDO

Cada número intenta ser diferente. Cada comparecencia informativa con el joven lector no sólo cambia el mundo exterior, la estación meteorológica, la temperatura ambiental, transforma también la interacción psicológica que reclama para leer el contenido del número de 64 páginas. En cada cita periódica altera la cabecera con la que se ofrece a los/las seguidores/ras. Esta revista ¡La Leche! es realmente una leche cada ocasión que comienzas a leer sus numerosos temas y secciones: revista para los que nunca hacen trampa, revista para los que tienen buena puntería, revista para los que repiten postre, revista para los que tienen sueños y sueño... y así hasta que dure el apoyo de los lectores. Quienes la hacen son editores inagotables, infatigables, siempre a punto de renovarse e indagar.


Con generosa humildad inició esta aventura hace pocos años Gustavo Puerta Leisse, amante de los libros y las librerías, especialista en la critica literaria y en la escritura para niños y jóvenes. La alimenta rodeado de un seleccionado equipo de escritores, ilustradores y pedagogos, dispuestos a encontrar nuevos caminos en la información que merecen recibir los pequeños cuando pretenden acercarse al mismo mundo que vivimos, disfrutamos y padecemos los mayores. Este es precisamente el valor añadido de la publicación: el sumario de temas comparte intereses de muchas generaciones, y aunque el estilo literario no abandona el tono didáctico, pedagógico y cercano, para el lector experimentado su lectura sigue siendo un placer informativo.
El editor de la revista subraya tres factores como objetivo prioritario de quienes diseñan y llenan de contenido el tazón informativo de ¡La leche!: las posibilidades que abre la comunicación escrita con los niños, la oportunidad de reflexionar sobre el presente y la finalidad de poder compartir su trabajo y creatividad con el lector. Yo añado una cuarta observación, después de haber experimentado con la lectura de varios números. La manera de abordar los temas impulsa una comunicación no reglada entre los adolescentes y los adultos que comparten la publicación. Está pensada para que la lean y entiendan los niños, pero sin vivir ajenos al mundo ya determinado y adulto que les rodea. Favorece la comunicación intergeneracional.


Gustavo busca en su memoria infantil argumentos para encontrar el tono de la publicación. De entrada el autoritarismo queda absolutamente relegado. "A muchos adultos les cuesta argumentar. No están acostumbrados a explicarles a sus hijos o alumnos por qué deben hacer algo", confiesa abiertamente. "Tampoco son capaces de satisfacer la necesidad que tienen los niños de comprender aquello que les obligan a aprender. Muchas veces detrás de esta reacción autoritaria se halla la pereza. Pensar requiere un esfuerzo. Explicar exige análisis, tiempo y dedicación. Discutir demanda atención, escucha y cierta dosis de humildad".
Y esa falta de esfuerzo adulto es la que le condujo a una frustración ortográfica que sólo ha podido solventar al llegar a mayor y disponer de un espacio escrito para articular la respuesta que en su día no quisieron ofrecerle. "De niño le pregunté a mi maestra por qué la palabra vehículo lleva una hache intercalada. "Deja de buscarle los tres pies al gato" fue su pedagógica respuesta", afirma. De modo que hoy el lector de ¡La leche! puede encontrar la respuesta aplazada, todo un dossier dedicado al sentido de la ortografía en la comunicación. Y de paso le recuerda a la perezosa maestra que "si le buscas los tres pies al gato, es posible que descubras con fascinación que tiene cuatro patas, que te preguntes por su rabo, que te plantees por qué los humanos hemos perdido la cola, que imagines cómo sería nuestro día a día si tuviéramos este apéndice flexible".


Los contenidos corresponden a un abanico de intereses muy diversos. Desde la situación actual de la Antártida, las características del antiguo Egipto o el mundo cerrado de Corea del Norte, a las nuevas formas de amar entre personas del mismo sexo, el mundo de los sueños o la vida social de las plantas. Los encartes permiten jugar y establecer una manipulación manual para apropiarse del buen papel y excelente edición que caracteriza a la revista. Y nunca faltan un disco y una película recomendados, que ocupan las últimas páginas del número.
Para mi fue una sorpresa descubrir el expositor de ¡La leche! en la última edición de Baba Kamo, festival y feria del libro ilustrado, que ocupó el claustro gótico del Convent del Carme, en València, el pasado diciembre. Si queréis disponer de más información, en este correo podréis encontrarla: buzon@revistalaleche.com.



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