lunes, 26 de noviembre de 2012

UN ENCUENTRO ARTÍSTICO CON VOCACIÓN DE PERMANENCIA


            Con el recital de Ainhoa Arteta dedicado a María Callas el próximo uno de diciembre en la iglesia de San Miguel de los Reyes y la clausura de diversas exposiciones a mediados de mes se cierra el programa del encuentro cultural ArtinGroup 2012. Esta es una joven manifestación de las artes en la que, pese a su escaso rodaje, creadores consagrados y nuevos valores emergentes pudieron confrontar estilos y puntos de vista durante las ponencias y debates del pasado mes de octubre. Detrás de esta iniciativa se encuentra la plataforma de agitación cultural Le Fabrique. Desde Valencia, con el apoyo colateral de algunas instituciones, está intentando cubrir un espacio que, en el tiempo de las vacas gruesas, la Generalitat quería ejercer de manera exclusiva. 

Es sorprendente el cambio que se ha producido en la gestión cultural valenciana los últimos años a causa de la nefasta tesorería de la administración autonómica. La gestión cultural de carácter público que antes se deseaba llevar a cabo sin rivales en el horizonte ni compañeros de viaje se ha convertido ahora en un mero ofrecimiento de infraestructuras y locales para que sean otros los que pongan el presupuesto, el trabajo y el programa. Iniciativas como esta si no contaran con el apoyo de patrocinadores  (bancos, empresas varias, fundaciones…), que ahora ya no se fían de los ruinosos presupuestos del poder autonómico ni de las iniciativas de gestores corruptos, pasarían a engrosar la lista de proyectos fallidos en el primer intento de salir a la escena social. De eso sabemos mucho en la ciudad de Valencia: sueños de una noche de verano que se desvanecen y se esfuman cuando arrecia la gota fría. Pero por la inteligencia y el coraje de sus impulsores en esta segunda edición este festival artístico ha superado las expectativas de la primera convocatoria y ha puesto unas bases para que en próximas ediciones se consolide este proyecto de intercambio de experiencias culturales.

        Tuve la oportunidad de animar un coloquio en torno al testimonio de la soprano Ainhoa Arteta sobre el legado y el mito de María Callas, de la que se está ofreciendo una interesante exposición en el convento del Carmen dedicada al vestuario que lució en escenarios de todo el mundo, documentos, libros y cartas que conservan como reliquias culturales los responsables de su Fundación en Venecia. Se trataba de establecer un puente coloquial entre un estilo legendario de arte lírico, pionero en el caso de la Callas, proclive a situar los avatares amorosos de su aventura vital, según algunos, por delante de su incomparable calidad artística, y la percepción del divismo cultural que hoy se tiene en el mundo de la sociedad de la información y la comunicación. Es inevitable subrayar la voracidad con que nuestra sociedad encumbra y olvida las personalidades del arte actual. Frente a esa vulnerabilidad, los artistas más solventes de ahora, como es el caso de Ainhoa Arteta en la lírica española, saben que el reconocimiento y la calidad se alimentan de la constancia, la oportunidad, el trabajo, la inspiración y la capacidad de evolución. En estos casos la visibilidad, la fama y el divismo son factores que añaden otros a unas carreras consolidadas, los mercaderes de modas y recambios culturales.  

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