miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL CUADRO DESCONOCIDO DEL EQUIPO REALIDAD

            Cuando hace unos días visitaba con curiosidad la exposición de los cuadros del Equipo Realidad procedentes de la Fundación Martínez Guerricabeitia y otras colecciones, pinturas que una vez más lucen su potencia visual sobre los mismos muros del centro cultural La Nau que ocupó la exposición individual de Jorge Ballester el año pasado, salí del espacio animado a mostrar a mis seguidores del blog una pintura del Equipo Realidad, perteneciente a la serie Cuadros de Historia, que jamás ha sido expuesta en público.
            En el acceso a la sala el autorretrato de Jorge Ballester y Joan Cardells  recibe al visitante. Con él intentaron sustituir la foto oficial que estaba preparada para el catálogo de la Sala Vinçon de Barcelona. Jorge pintó a Cardells protegido por su severo chaquetón de cuero negro y Joan retrató a Ballester vestido con un traje de rayas y jersey, en actitud informal, pero siempre elegante. Esa fue la primera y última vez que realizaron este juego a dos pinceles y cuatro manos. No vivían cultivando el autobombo. Era 1974. Su proyecto estético compartido estaba a punto de poner el cartel de fin, aunque no se había agotado. Más bien al contrario, y desde la perspectiva de hoy, gozaba de una contundente coherencia y voluntad de permanencia estética.
            El cuadro de El entierro del estudiante Orgaz ilumina la pintura de El Greco con un rayo que fulmina la vida de un estudiante en Santo Domingo. Se encuentra junto a la cristalera de entrada de la sala de exposiciones. Fue el estreno del Equipo en 1966, el primer resultado del trabajo colectivo, haciendo uso de una iconografía universal, la Historia del Arte más prestigiosa de nuestro país. Luego la atención estética se dirigiría sobre todo a las imágenes del acontecer narrado en la prensa.
            El itinerario de la exposición concluye con la pintura inacabada Recepción oficial. Don Juan Carlos y el representante de los excombatientes y extrema derecha Girón de Velasco dándose la mano. El rostro del futuro Rey está sólo dibujado, no tiene todavía color ni expresión. Entre uno y otro cuadro, numerosas pinturas pertenecientes a diversas series del catálogo de los Realidad. Pero me interesa subrayar el impacto visual que siguen produciendo los dos cuadros dedicados a la inspección del cadáver de Calvo Sotelo por el juez y el forense. La misma composición la pintaron dos veces, idénticas en casi todo, excepto en la situación del cadáver. La primera reproduce la foto de la enciclopedia, la segunda eleva el cadáver a la parte superior dispuesto a caer como una losa sobre los personajes del cuadro y la sociedad que representan. Anverso y reverso de nuestra historia contada en imágenes.
            Pues bien, la pintura que quiero mostraros corresponde a una pieza que iba a formar parte del catálogo de la exposición de Vinçon (1974), pero se quedó en el camino, aparcada por su formato inusual (81x100 cm) en la serie Cuadros de Historia, por la incorporación del título en el pie del cuadro y por el uso del color marrón en una producción que tiñó de gris y negro toda las creaciones, hasta las macetas y palmeras de plástico que ornamentaron lo que había sido estudio de pintura del modernista Ramón Casas en el Paseo de Gracia fueron grises. Incluso Cardells y Ballester estuvieron dispuestos a pintar sus caras de gris (el color de la represión franquista), pero optaron por no hacer el payaso en la inauguración.

De aquella aventura estética e informativa de Vinçon en la que participé por deseo de Jorge y Joan procede que me agregaran a la pintura que ahora muestro: ejerzo de periodista de tribunales en el juicio del dirigente troskista Julián Gómez, “Gorkin”. La imagen fotográfica procede de 1937. Faltaban unos cuantos años para que yo naciera. Mi foto fue extraída de la orla universitaria de Filosofía y Letras de 1971. En agradecimiento a las diferentes colaboraciones de prensa que escribí sobre su exposición quisieron obsequiarme con este anacronismo fotográfico y  con un juego estético que creo no repitieron con otro amigo.
El cuadro luce todos los días desde entonces en mi espacio de trabajo y a partir de ahora también en la nube virtual.  El coleccionista y estudioso del arte Javier Lacruz fue el primero en empujarme a sacar esta pintura del anonimato y contar la aventura en su excelente monografía dedicada al Equipo Realidad, publicada en 2006 por Mira Editores. En el minucioso inventario de la obra pictórica publicado en el libro aparece en la serie Hazañas Bélicas o Cuadros de Historia con el número P124. En la primera página del libro Jorge escribe: “A mi entrañable amigo Jaime, compañero de una buena parte de esta historia”. Tal vez fue el cuadro más insólito e inclasificable que compusieron Ballester y Cardells en sus diez años de maestros del realismo español. Ahora me parece oportuno compartirlo con los que seguís estas crónicas azarosas.       

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