domingo, 6 de febrero de 2022

MUERTE Y VIDA EN LOS LIBROS DE CONSUELO TRASOBARES

    Leer el último libro publicado por Consuelo Trasobares, editado por la marca NPQ del Grupo Editorial Sargantana, permite recuperar los recuerdos y las hazañas de una pequeña niña, que al crecer se transforma en joven estudiante en un pueblo de Aragón. A través de sus vivencias se reconstruye con maestría la vida de un pueblo de tipo medio durante los años duros del franquismo. Con motivo de la lectura mis pensamientos se han trasladado a un libro anterior de la autora, destinado a recuperar la importante historia civil de un destacado pueblo del interior de Valencia, en el que analizando todos los elementos escritos y ornamentales que la escritora descubre en sus cementerios religioso y civil, es capaz de mostrar cómo vivieron sus vecinos en el último siglo. Nunca he encontrado en mis lecturas tan cerca, tan próximas, las historias sobre la vida y las historias de la muerte, marcadas por un mismo destino: recuperar la memoria de una colectividad.

    El volumen Ayer, que se publica ilustrado con  dibujos de Pedro Alonso, nos permite conocer  en palabras y en imágenes, cercanas a un tratamiento fotográfico, la vida del pueblo Brea de Aragón, próximo a las estribaciones del pico Moncayo y a la ciudad de Calatayud. Allí nació la escritora, que al construir literariamente los personajes de la niña Mariel, sus hermanos, vecinos y familiares, hace un homenaje a la rutina y a los hechos extraordinarios que marcaron la evolución de su pueblo en el contexto de lo que ahora llamamos España vaciada. Descubrimos una población que vive en silencio las heridas políticas de la guerra del 36, el drama social y cultural de la dictadura en los años 50-60.

    Consuelo Trasobares pertenece a un generación de jóvenes aragoneses que crecieron pensando en huir a la ciudad, a tierras valencianas, después de adquirir la formación académica que les permitiera cambiar de estatus social y económico. La autora optó por la actividad docente que ejerció en varias poblaciones valencianas (La Yesa, Manuel) y en especial en Buñol, donde reside. De ahí que haya decidido recuperar la historia de esta última población estudiando los testimonios de sus vecinos registrados en lápidas, símbolos, testimonios, epitafios etc. por no poder, en este caso, transformar en literatura las raíces vitales y la eterna memoria del lugar donde se nace, se vive la adolescencia y se estudia.

    La novela elige una estructura aparente de recopilación de pequeños relatos con la pretensión de desarrollar en cada uno de ellos lo más representativo de la vida de un pueblo cercano a los dos mil habitantes: las fiestas, los funerales, las relaciones vecinales, las interacciones familiares, la escuela, la influencia punitiva y represora del párroco, la marginación social de quienes perdieron la guerra civil, las relaciones de intereses que genera la actividad industrial, el lavadero como foro de noticias y chismes, las fantasías creadas en el cine del pueblo, los vecinos que no se adaptan a las convenciones, las tradiciones gastronómicas... Pero entre los preciosos diálogos y las eficaces descripciones que conforman estas escenas costumbristas, el lector va construyendo la trama de la novela, el pulso de la vida que adquiere la niña Mariel, escuchando y observando a unos y otros, adoptando sus pequeñas decisiones día a día, hasta que alcanza la madurez. 

    En el libro descubro una profunda nostalgia por la vida que pudo ser y no fue, por amores y complicidades que pudieron producirse pero no se desarrollaron a tiempo, por opciones que no se supieron elegir en el momento que la vida plantea encrucijadas. La narradora en los últimos capítulos escribe sobre la pena que produce, mucho tiempo después, la muerte de alguien que te amó y al que no supiste corresponder: "tu muerte ha servido para que yo te recuerde eternamente y sea tu más fiel y abnegada amante... Ya ves, ahora que nada es posible, vives en mi gozo, en mi placer, en mi fantasía". Como si la irremediable ausencia que significa la muerte, despertara el más profundo sentimiento amoroso que no supiste desarrollar en vida.


    

    Brea de Aragón no era en aquellas décadas de la dictadura franquista un pueblo exclusivamente rural. Gozaba de una tradición industrial vinculada al tratamiento de pieles, que le había permitido en el siglo XVIII ser hegemónico en España en la producción de este elemento básico para la fabricación del calzado. En tiempos de la República llegó a tener abiertos 32 talleres de calzado y sandalias. Por ello en el libro descubrimos también un entramado social marcado por una actividad sindical, obrera, librepensadora.

    Precisamente Buñol, que en el siglo XIX los intelectuales de la Renaixença la bautizaron como la Suiza valenciana por su abundante agua, recursos forestales y paisajes escarpados, es una ciudad que goza de un pasado vinculados a la industria del papel y al arraigo de la población en una tradición socialista, comunista, anarquista, a un interés por la masonería como alternativa de desarrollo social y cultural frente al pensamiento totalitario y religioso. El cementerio civil constituye un homenaje, un auténtico museo de esos ideales que el franquismo señaló como origen de todos nuestros males.

    

    El libro Cementerio de Buñol. Necrópolis de símbolos laicos, políticos y religiosos, editado hace unos años por el Instituto de Estudios Comarcales de la Hoya de Buñol-Chiva, ofrece un estudio pormenorizado del amor que los vecinos tenían y tienen por la música, la actividad deportiva, los oficios tradicionales, las aficiones, las tradiciones religiosas, la literatura funeraria, la poesía... Hay vecinos que en su muerte siguen siendo identificados por el apodo de toda su vida. Uno de los epitafios recogidos por la escritora destaca: "Cuando alguien al que amas se convierte en un recuerdo, la memoria se convierte en un tesoro". El volumen ofrece un homenaje a la vida gracias al amoroso recuerdo que dejan los muertos en un espacio de silencio, soledad y recogimiento. Cuando se extingue el recuerdo es cuando realmente aparece la muerte con su guadaña levantada, dispuesta a promover el olvido y la ignorancia.

miércoles, 2 de febrero de 2022

LA SIERRA CALDERONA, ATALAYA DE LOS ÍBEROS

     Los íberos descubrieron y poblaron la Sierra Calderona cinco siglos antes de la era cristiana para aprovechar sus condiciones de gran mirador geográfico, imponente atalaya desde donde poder controlar cualquier movimiento enemigo o comercial producido en la extensa llanura fluvial de Valencia y el parque natural del lago de la Albufera. Desde sus alturas divisaban el ancho mar Mediterráneo hasta el litoral por donde se cierra el inmenso golfo de Valencia hacia el sur, con la montaña del Montgó en Denia.

    Dos yacimientos arqueológicos, rehabilitados hace tiempo para que los enclaves pudieran ser visitables, dan testimonio de la red defensiva, de vigilancia y de aprovechamiento agrícola que, desde el centro neurálgico de Edeta (Lliria), estos aristócratas guerreros, reconocidos hoy en día con el rango de príncipes de Occidente, desplegaron aprovechando sus montañas más próximas. En estas localizaciones seculares ejercieron una eficaz defensa estratégica de sus construcciones y generaron una vida estable y jerárquica en comunidad.

    El primer destino que quiero señalar se llama Castellet de Bernabé, en el término municipal de Lliria, muy próximo a Alcublas. La ruta senderista (PRV258), que alcanza al final este destino (aunque una corta pista forestal facilita llegar en coche hasta la puerta del yacimiento, si se desea), permite realizar un recorrido a pie de dificultad moderada de poco más de diez kilómetros desde la rotonda del Pi, donde se encuentran las carreteras comarcales de Lliria, Casinos y Alcublas. El punto de vista panorámico recomendado se llama mirador Puntal del Llop (598 metros de altitud sobe el mar). Llama la atención que en esta zona los íberos no eligieran este balcón orográfico para  asentarse por la perspectiva inmensa que ofrece, rodeado de buenos pinares que se extienden por sus laderas.


 La senda desciende a cotas más bajas teniendo siempre a derecha, en lo alto, la referencia visual del mirador y su solitario pino. Luego bordea la finca El Valle. Al alcanzar el llano se cruzan extensos campos de almendros, que abastecen la importante demanda industrial de los turroneros de Casinos, en un tramo plano de la ruta cuyo objetivo es alcanzar la carretera de Lliria y cruzarla, pues el yacimiento se encuentra en un montículo del otro lado, que domina el plano de La Concordia. 

    El yacimiento no es de libre acceso, dispone de un aparcamiento para facilitar la visita concertada previamente. El senderista descubre que este asentamiento alimentó más razones agrícolas que estratégicas en la red de poblados ibéricos que suministraban productos y seguridad a Edeta. Las excavaciones determinaron que el castellet estuvo habitado por un aristócrata militar ecuestre, rodeado de sus familiares y servidores, que lo ocuparon hasta que fué quemado y destruido por tropas romanas hacia el siglo III a. Xto. 





   En el Castellet de Bernabé es posible descubrir ahora las marcas de los carros sobre las grandes losas de piedra que conforman el camino de acceso al asentamiento por su lado izquierdo. Tiene muros defensivos, una puerta de acceso bien protegida y una segunda salida por el lado de las estancias de la familia del aristócrata. Entre cenizas y materiales de construcción que se acumularon en las habitaciones de la comunidad y en el pasillo central, los arqueólogos encontraron numerosos testimonios y restos artísticos, agrícolas, alimentarios etc. Con ellos reconstruyeron la vida de los moradores de esta pequeña fortaleza que ocupa unos mil metros cuadrados. Las escaleras de piedra que perviven, señalan que varias dependencias (en total hay más de treinta) disponían de planta baja y piso superior, incluso en algunos casos un pequeño sótano. Las casas las cerraban con puertas de madera y llaves metálicas. En algunas habitaciones se descubrieron restos de niños menores de seis meses, enterrados en un lateral de la estancia ya que posiblemente no los valoraban todavía como miembros activos de la comunidad que merecieran ser enterrados en tumbas familiares.

    El otro asentamiento que quiero reseñar, el Puntal dels Llops, se sitúa más al este de la sierra, en el pequeño valle cerrado de Olocau, dominando visualmente desde una cota de 427 metros a esta conocida población de la Calderona y todo el horizonte estratégico del arrozal y la extensa huerta valenciana. En este caso la ruta senderista no tiene más dificultad que la que representa ascender a una pequeña montaña. Como sucedió en el anterior yacimiento, descubrimos en el centro del montículo un gran pasillo central al que salen las diversas habitaciones y almacenes que se sitúan a ambos lados. El carácter guerrero de este núcleo de población íbera determinó la construcción de una torre defensiva en la misma puerta de acceso a la muralla. Perteneció al señor Nauiba y a su familia y séquito de unas treinta personas. Todos ellos practicaron actividades agrícolas, ganaderas, de caza, apícolas, metalúrgicas, textiles, artísticas, y también guerreras cuando había que defender el poblado. En Olocau se conserva una pequeña colección de objetos del yacimiento y en el Museo de Prehistoria de Valencia otras piezas importantes. En esta última colección también se encuentran los materiales arqueológicos del Castellet de Bernabé.

    Los íberos de estas tierras valencianas convivieron durante siglos con fenicios, griegos y celtíberos porque estos pueblos y culturas extraños, que llegaban de otras latitudes mediterráneas y del interior de la península, estaban movidos más por el comercio y los intercambios que por la ocupación territorial. La decadencia y destrucción de la cultura íbera se produjo con la conquista del imperio romano. Sus ejércitos quemaron todo lo que iban encontrando, imponiendo una nueva civilización y modificando drásticamente la estructura del territorio. Que se lo cuenten a los saguntinos, situados en la cota más baja de la Sierra Calderona, que sustituyeron su nombre íbero de Arse por el romano de Saguntum. Roma fundó Valentia en el llano, entre las aguas del Turia (Tyris), y abandonó la sierra como red de asentamientos comunitarios, para preparar un nuevo aprovechamiento del territorio, que luego los árabes convirtieron en huerta rica y productiva.

viernes, 1 de octubre de 2021

NUEVA NOVELA NEGRA DE IGNACIO CORT

Las novedades de este otoño presentan un nuevo título firmado por Ignacio Cort, "El pasado siempre llega tarde" (Editorial Sargantana), una novela de intrigas y detectives que se sitúa en un tiempo social y económico muy cercano. No sé si el pasado siempre llega tarde. A veces no vuelve nunca, porque perdemos nuestras referencias y nos negamos a reconocer lo que fuimos. Posiblemente si volvemos al pasado con nostalgia de recuperarlo porque nuestro presente no nos satisface, lo que estamos haciendo es una invitación a abandonar la vida antes de tiempo.

Pero cuando el pasado conserva intacto el registro de lo que quisimos ser y hacer, cuando conserva los sentimientos de quienes quisimos amar y no pudimos, no es que llegue tarde, es que lo rescatamos para hacerlo presente con un cierto desencanto, con la desilusión de quienes pensamos que la vida siempre rebaja la intensidad de nuestros sueños originarios. Este es un libro de desencantos y desencantados, de corruptos y especuladores.

Para definir este libro en su conjunto, adscrito sin ninguna duda al género de novela negra, puedo hablar de un relato de ficción inspirado en un mecanismo de relojería. Más allá de que el lector tenga la sensación de que nada sobra y nada falta, de que todo se encuentra ubicado en su lugar literario, desde el principio al final el tiempo de la novela se presenta tasado, está medido, hay unos plazos temporales ya marcados por el escritor para resolver la investigación, los misterios, las contradicciones.

También el tiempo histórico está acotado, marcado por el calendario y las manecillas del reloj. La acción se desarrolla en Valencia y otros lugares de nuestras comarcas, también en Madrid, desde el lunes 1 de junio de 2015 al miércoles 17 de junio de 2015, con un epílogo que sucede en vísperas de Navidad, el lunes 21 de diciembre del mismo año.

Recordemos que en 2015 las consecuencias de la crisis financiera de 2008 en la economía española todavía coleaba, en las empresas los conflictos laborales y la inestabilidad de las finanzas permanecían activos. En España gobernaba el PP con Rajoy, mientras se investigaba en sede judicial su financiación irregular, y en nuestra comunidad el socialista Ximo Puig iniciaba su primera legislatura. De una manera u otra este contexto histórico está presente en la novela como trasfondo y origen de determinadas situaciones.

El desarrollo temporal de la novela se encuentra perfectamente tasado como está definido el espacio urbano y geográfico, donde se mueven los personajes. Es un gran acierto que el relato de Cort transforme la ciudad de Valencia en paisaje fiel de sus andanzas detectivescas. Las calles, los bares, los jardines, los comercios citados en la novela son todos reales. En muchos de esos espacios Ignacio Cort ha vivido largos años de su vida. Es un autor que, por su afición al cine y su conocimiento del guion audiovisual, está permanentemente visualizando la escena que describe, está proyectando en escenarios reales y conocidos todo lo que su imaginación va construyendo en el trabajo de creación literaria. A veces sólo le falta poner la cámara de cine a grabar.


Pienso que Cort transforma buena parte de las experiencias de su vida en material literario cuando escribe novela negra. Él sabe esconderse perfectamente detrás de los personajes, ninguno es él, es un maestro del camuflaje, pero muchos de los personajes tienen algo de él y de sus allegados.

Como profesional dedicado al mundo de la consultoría de empresas, un espacio social que está muy presente en la novela, ha tenido que investigar y reconstruir las interioridades de firmas y marcas comerciales que le habían contratado para poder elaborar buenos diagnósticos y encontrar respuestas adecuadas a las soluciones que le pedían los clientes. Por ello pienso que en su propio trabajo durante años ha encontrado un campo abonado de minas para hacerlas estallar en “El pasado siempre llega tarde”.

El encargo que recibe el abogado Juan Dalmás por parte de quien paga la investigación es realizar su trabajo en seis semanas. Cada lunes a las cinco de la tarde está obligado a ofrecer un informe con los resultados de las pesquisas si quiere ir cobrando cada siete días la minuta acordada. A las cinco de la tarde, esa hora que García Lorca consagró en la historia de la literatura como Vivaldi la primavera en la historia de la música. El tiempo corre, mientras lees el libro, con la misma precisión que avanzan las agujas del reloj.


Quien paga, paga para saber, para conocer. “Quiero comprender por qué eligió otra existencia que no fuera a mi lado”, dice Don Jorge López de Montemayor en la novela, después  de explicar al abogado el pasado que le unía a Mamen Rodríguez Albornoz, consultora especializada en protocolo familiar que aparece muerta aparentemente por infarto. Su hijo, único heredero, pretende cobrar el seguro de vida de acuerdo a la tasa más alta, que se corresponde con haber muerto en jornada laboral, trabajando para su empresa. Y para ese fin, para demostrar que a esas horas estaba trabajando, se contrata al abogado.

Quiere conocer su vida real, reconstruir qué pasó, saber cómo vivió Mamen los últimos años. Aparentemente le mueve el afecto y la memoria sentimental de un pasado compartido, más que el deseo de venganza, de encontrar culpables y llevarlos a la cárcel. Sin embargo, el relato, en una fase literaria más avanzada, nos conducirá a descubrir que el enamorado se guía por otras razones no tan románticas. 

No es un novela que habla de víctimas y responsables malos frente a policías e investigadores buenos que rescatan vidas y que se alejaron de la normalidad en una fase de sus pesquisas para aplicar de nuevo el imperio del orden y de la ley, una vez investigados y penalizados los hechos punibles. En la novela de Cort la sociedad es, de manera permanente, injusta y desigual, es una sociedad corrupta y decepcionada, que no se reconstruye a sí misma sancionando o llevando a la cárcel a culpables, ladrones y asesinos. En la sociedad que retrata Cort los negocios se asientan sobre la corrupción y los buenos sentimientos se trufan con el afán de dominio y especulación.

El autor no tiene una producción extensa, porque para él escribir constituye una segunda profesión. En 1996 publicó Tiempo muerto, en 2012 Amigos y conocidos, y ahora, siete años después más dos de pandemia, El pasado siempre llega tarde. Con este título entra por pleno derecho literario en la nómina de escritores valencianos de novela negra y se agrega a los nombres de Ferran Torrent, Vicente Garrido, Vicente Marco, Emili Piera, Bel Carrasco, Carlos Aimeur, Juanjo Braulio, entre otros.

Sus referentes los encontramos en la impresionante producción novelesca y de relatos de Raymond Chandler, maestro del género, de cuyos detectives  toma el apellido Dalmas, que él acentua como Dalmás. Se inspira en Philip Marlowe para dar vida a un abogado descreído, que aplica las técnicas policiales para conseguir de manera ilícita documentos e información. Un abogado que actúa y también reflexiona. 

El relato está lleno de una permanente ironía y crítica  a la sociedad valenciana, a la sociedad española de 2015, intención que convierte la novela en un texto que va más allá de cautivar al lector con la pura y trepidante acción que desencadena la investigación detectivesca. Aunque está escrita con pretensión de captar a todos los públicos, al ofrecer unos diálogos muy bien entrelazados y dinámicos, creo que los lectores que conozcan el mundo de las empresas y las luchas de poder entre las élites económicas van a encontrar en esta novela negra un espejo atractivo a la vez que incómodo.

El personaje principal es un abogado con arrojo, siempre hace la pregunta directa, calla para preservar su honorabilidad y es consciente cuando rebasa la frontera de lo lícito. "Investigadores que se transforman en ladrones", se puede leer en la página 142. Es un narrador en primera persona de todo lo que va sucediendo. Nos incorpora a los lectores en sus reflexiones y sus dudas cuando tiene frente a sus ojos el dilema de elegir entre varias opciones para continuar el desarrollo de la investigación. En determinados capítulos hace balance de lo vivido y plantea en voz alta líneas de trabajo futuro. Cada jugada la explica como si estuviera ante un tablero de ajedrez y evaluara sus posibilidades y las respuestas del contrincante. De modo que Juan Dalmás es un narrador marcadamente analítico.

Al mismo tiempo es un hombre de acción, siempre va hacia delante, aunque al final de la novela en cierto modo se dé por vencido ante la magnitud de la estructura de corrupción con la que él y su detectivesa han chocado. Al final puede decir misión cumplida a su cliente, o casi cumplida. Pero más allá del motivo inicial del encargo que ha resuelto favorablemente para su cliente, Dalmás ha descubierto tantas tramas de corrupción empresarial y social colaterales que en cierto modo se siente en la vida una vez más decepcionado.

El personaje de Dalmás intenta ocupar todo el espacio de la novela, pero tiene una gran competidora, su amante Nina, Saturnina, ex policía nacional, divorciada de un inspector del cuerpo, que trabaja como detective para Dalmás, y le obliga a compartir protagonismo literario. El contrapunto analítico femenino da mucha consistencia al relato, en especial porque Nina es una mujer ambivalente: persona muy fuerte ante su amante por un lado, pero por el otro es una mujer que, sin embargo, tiembla y se empequeñece cuando tiene delante a su exmarido. En la investigación ambos aportan puntos de vista complementarios: cuando duda uno el otro afirma y al contrario. Quien es responsable de la planificación es Dalmás y ella en ocasiones le recuerda que es su asalariada para no entrar en conflicto con su empleador y amante. Y también porque no quiere asumir todos los riesgos que desencadena la actuación de Dalmás. De hecho, al final, sus destinos se bifurcan.

El pasado llega tarde si se pretende conjugarlo en presente. El pasado no llega tarde si se proyecta en el hoy como memoria, como recuerdos, como lealtades, como experiencias positivas, como afirmación de un vínculo con quienes te precedieron, si se rescata para reparar un daño producido injustamente. Dicen que el paso del tiempo permite olvidar las desgracias, también las esperanzas. Depende. Como ejemplo, este importante libro de Ignacio Cort.




miércoles, 17 de febrero de 2021

MALUY BENET TRENCA ELS SILENCIS DE LA POR

La portada del nou llibre que ens ofereix l'escriptora Maluy Benet és una bonica metàfora sobre l'objectiu fonamental de la seua novel·la: donar veu a la veritat de la història d'éssers anònims, reconstruir la convivència d'una comunitat local, un poble de la Ribera del Xúquer, que abans, durant i després de la guerra de 1936 va viure uns episodis polítics de desconfiança  i enfrontaments, les conseqüències dels quals es van mantindre en silenci al llarg de dècades del franquisme. 

El lector mira a través d'una finestra, des de l'interior d'una casa rural i antiga, els nous horitzons de benestar i convivència que ha creat el nostre exercici col·lectiu de memòria històrica, malgrat alguns, per a superar el conflicte entre guanyadors i perdedors, i rescatar la dignitat dels humiliats.

Però de les meues paraules es pot deduir que ens trobem davant d'una novel·la política que dona una nova visió del temps posterior al conflicte civil. I no és aquesta la pretensió de l'autora, al meu entendre. "El silenci trencat" (NPQ Editores, Grupo Editorial Sargantana) vol ser una novel·la social que narra unes trajectòries vitals en un context històric marcat per unes situacions polítiques. "Contar les vides de les persones anònimes i treure-les de l'ombra", escriu Maluy. "Que, com a mínim tinguen la petita oportunitat que algú s'assabente del que les passa, del que senten". 

En la narració el que importa és descriure les relacions socials, les relacions familiars, les rivalitats econòmiques, les trobades i desacords sentimentals de persones d'un grup social vinculat a una tradició no urbana. Aquesta novel·la pot ser un exercici literari d'investigació policial i històrica per conèixer la identitat d'un indigent mort, descobert al llit del riu. Això condiciona molt el ritme i la intriga del relat. Però també un altre fil narratiu del llibre és descovrir la vida del poble al llarg de diverses èpoques, reconstruint l'evolució i la interacció de cinc nissagues familiars.

Per aquest motiu un dels punts forts literaris de la novel·la són el nombrosos diàlegs escrits en un valencià molt suggeridor i vinculat a una tradició col·loquial, diàlegs que ens permeten acostar-nos a la psicologia dels personatges principals i a altres secundaris que representen el caràcter heterogeni d'un poble valencià. L'organització del text en 26 capítols permet una lectura progressiva de l'acció que es planteja en les 267 pàgines de l'edició, sense entrar en situacions anecdòtiques que distraguen l'atenció al tema central. El lector arriba al final del llibre satisfet per haver reconstruït de manera eficaç els interrogants plantejats per la narradora.

Eduard Fauquet, empresari jubilat per una malaltia, intenta recordar al principi del text a qui pertany la imatge en premsa d'un indigent mort que apareix al llit del Túria, cadàver que la policia no sap identificar. Al final del llibre, el seu fill periodista està en condicions de explicar-li la identitat del mort i tota la trajectòria vital recorreguda per la víctima fins a convertir-se en una foto del periòdic.

Al costat de la gran Història investigada per historiadors i escriptors reconeguts, que Maluy Benet identifica en la bibliografia amb els noms de Pierre Vilar, George Orwell, Albert Girona, Bernard Thomas, Raymond Carr, Rafael Chirbes, Pere Calders etc., existeixen també les històries qüotidianes que podem llegir en llibres de Xavier Benguerel, Edelmir Galdón, Amparo Hurtado, Manuel Molins, Francisco Pérez i Santi Vallés, entre altres. "El silenci trencat" és un títol que, amb tots els mérits literaris i històrics que té el text, podem afegir, des d'ara mateix, aquesta darrera enumeració de microhistòries que ens acosta a un període de dolor i trencament de la vida espanyola.


La publicació de aquesta novel·la representa en la trajectòria de l'autora un pas ferm cap avant, perquè supera amb maduresa i qualitat l'espai literari que fa uns anys va crear en l'àmbit cultural de la narrativa juvenil amb la publicació en Tabarca Llibres de tres títols: "Un café sol", "L'últim paradís" i "Missatge en un rellotge". Aquesta última novel·la curta, publicada l'any 2005, va representar una anticipació del brillant joc generacional que estableix en "El silenci trencat" entre cinc grups familiars del mateix entorn social. 

Tinc notícies que Maluy està preparant un nou llibre inspirat en la corrupció que ha marcat la política dels últims lustres amb els governs del Partit Popular. Pense que, com en el text que ara estic comentant, les microhistories, l'actuació de persones amagades i anònimes serà el material literari del projecte, no les biografies dels dirigents que han anat al jutge i, a vegades, a la presó.

M'havia compromés a presentar aquesta novel·la en una llibreria del barri de Russafa de València, però la pandèmia va obligar a suspendre l'acte. Per això aprofite aquest escrit en el meu blog per a expressar les opinions positives que pensava manifestar als lectors en la presentació organitzada per Sargantana. Enhorabona a l'editorial per l'excel·lent treball de maquetació i edició realitzats.

Acabe fent-me ressò d'unes paraules de l'autora escrites en l'epíleg, parlant de les dificultats d'escriure el text: "A vegades era com un malson del qual no em podia desenganxar; d'altres m'enriquia i aclaria un fet com la Guerra Civil sobre la qual tenia un bon embolic, amb bocins sense connexió i que gràcies a tot el que he llegit, i que m'han contat, he pogut fer-me un mapa del que hi passà més o menys aproximat". Jo, també, com a lector de la seua novel·la, crec haver adquirit una visió més exacta d'un conflicte traumàtic entre germans que ha marcat la nostra vida.


sábado, 19 de diciembre de 2020

ESENCIA MEDITERRÁNEA EN LA MODA DE FRANCIS MONTESINOS

Visito la exposición del MUVIM en Valencia dedicada a la trayectoria artística y vital del creador de moda Francis Montesinos y reconozco haberme encontrado con todo aquello que distingue a la tradición mediterránea. La moda de este valenciano universal ha bebido su arte en las costumbres y fiestas de su ciudad natal, para transformarlo en un lenguaje industrial, en un arte que estalla entre la luz del mediodía y los colores del arco iris.

En la sociedad actual la moda es cultura del mismo modo que la gastronomía es arte. De ahí que la entrada del diseño y formas de Montesinos a las salas del MUVIM supone el reconocimiento merecido y académico de la madurez cultural que este diseñador ha conseguido en su incansable trabajo de pasarelas. Un estilo que es industria y arte a la vez.

Nos recibe una de sus musas y de sus mejores clientas para lucir en la calle y en los salones las novedades de sus temporadas. La giganta de Carmen Alborch, exministra socialista de Cultura y feminista reconocida, representa a gran escala a todas las mujeres y hombres que Francis ha vestido desde los años 70. Nos da la bienvenida y nos introduce en ese mundo del Mare Nostrum que desde las meseta hasta ahora se representaba con el cromatismo de Sorolla y que a partir de esta exposición se debe identificar también con las imágenes y diseños del cosmos Montesinos.




En el gabinete de trabajo que recrea la muestra, tan importante es la presencia de los jóvenes colaboradores y colaboradoras que le acompañan en sus talleres de confección, como el personal que dinamiza su tienda, los modelos que lucen las creaciones y los amigos que comparten copas en el multicultural Barrio del Carme, donde Francis ha vivido sus mejores experiencias. En el Carme de Valencia se fraguó la nueva eclosión cultural y social de aquel tiempo de la transición democrática, teniendo a Francis como uno de sus faros infatigables.

Ha creado marca no sólo con las fibras naturales elegidas para aumentar la dinámica de sus trajes sino también con la estampación y diseño atrevido de tejidos que ayudan a obtener un brillante resultado en la visualización de la prenda de vestir. Diferente, distinto, atrevido en el uso de faldas para hombres y transparencias y prendas de punto para mujeres. Porque los roles de género son accesorios. También el mundo del coso taurino, tierra de hombres, se transforma en objeto de deseo femenino, hombres que aspiran a la androginia y oculta ambigüedad. 

Recuerdo a Carmen en una fiesta entre amigos de los primeros años de democracia vestida simplemente con un maravilloso mantón de manila, uno de esos que lucen en las barandillas de las plazas, anudado a su hombro izquierdo. Ya era una referencia de mujer libre a la vez que profesora destacada de la academia universitaria.





La parte central de la exposición recoge una sugerente selección de los modelos más representativos de colecciones que se han lucido en las innumerables pasarelas creadas por el modisto. A destacar la gran fiesta de la moda española que presentó en la plaza de toros de Las Ventas en 1986. Ese año, en pleno desarrollo de la nueva sociedad del bienestar en nuestro país, tal vez supuso el momento álgido de su carrera creativa, y mostró su capacidad para adentrarse, por su forma de trabajar, en el mundo de las artes escénicas. Ha realizado numerosos vestuarios para musicales, espectáculos de ballet y danza contemporánea... entre otras variantes ejercidas de manera complementaria a su espacio central de creación.

En esta pasarela el patrón es el aire y el movimiento que crean determinadas fibras muy vinculadas a una ejecución artesana, el color de los jardines mediterráneos, sus aromas y fragancias, las líneas de la naturaleza que pocas veces marcan caminos rectos y armónicos, equidistantes y equilibrados. Aquí los tejidos vuelan, se ajustan para ser libres y transformarse en alas, para mostrar lo que está en la piel y en la voluptuosidad del cuerpo. Todo se descompensa a propósito.






La exaltación a la vida que transmite el recorrido por la sala nos presenta su lado escondido en un pequeña capilla marcada por el riguroso luto, en la que descubrimos al Francis que viste con mantillas y puntillas negras a las clavariesas que salen en las procesiones del Corpus y de la Mare de Deu del Desemparats, damas que desfilaban por delante de las puertas de su tienda y taller del barrio del Carme. Porque este modisto ha crecido y disfrutado con las fiestas de calle de su ciudad, y entiende que procesión y pasarela, más allá de connotaciones religiosas, deben ser espacios equivalentes de moda y canto al buen gusto y a la vida, aunque nos encontremos entre rituales de muerte.



La última imagen de la visita a la exposición pienso que no ha sido elegida por el comisario. El azar coloca delante de mi mirada, al final de una larga escalera exterior, una desafiante palmera, el árbol más representativo de la esencia mediterránea que tenemos los valencianos. No en vano el pintor Artur Heras convirtió este árbol en iconografía imprescindible de sus carteles de las primeras ediciones de la Mostra de Cinema del Mediterrani, alcanzando unos  diseños muy eficaces y bellos. 

Por efecto de la pandemia, que obliga a tener salida de público distinta al acceso, puedo finalizar la visita a la muestra, de manera coherente con el itinerario que os he descrito y que tuvo un buen comienzo: la giganta Carmen transformada en material combustible del mundo fallero, en icono de moda y comportamiento de unas cuantas generaciones, la mía por ejemplo, dispuestas a vivir transformando las cosas. Siempre en esta tierra el fuego al fin nos redime.



jueves, 20 de agosto de 2020

ARTE AL AIRE LIBRE EN LA SERRANÍA DE CUENCA

Los tiempos de pandemia nos están obligando a planificar nuestras vacaciones de verano en destinos conocidos y cercanos, nos  están impulsando a elegir espacios de vida rural y de turismo de interior que permiten ampliar el conocimiento de nuestro país. En este contexto social quiero haceros una recomendación viajera que se encuentra en la zona septentrional oriental de Castilla-La Mancha. Me refiero a unos pequeños pueblos de la Serranía de Cuenca, formada por estribaciones donde los ríos Tajo, Júcar y Cabriel y sus afluentes empiezan un largo recorrido hacía el mar. Gracias a la iniciativa artística de reproducir en la calle escenas de tradiciones y oficios mediante esculturas de tamaño natural, en la actualidad pasear por Valdemeca, Cañete y Huerta del Marquesado significa acceder a un museo al aire libre sin pagar entrada, cuyas diferentes salas se distribuyen por las calles, plazas y recintos públicos de la trama urbana y rural.

El triángulo que dibujan estas tres poblaciones tiene como eje de comunicación, de manera aproximada, la carretera nacional 420, que enlaza las capitales provinciales de Cuenca y Teruel, y la carretera autonómica 2106.

Comienzo por Valdemeca, población rodeada de un precioso parque forestal, porque es ahí precisamente donde nació el artista promotor y ejecutor de esta iniciativa comenzada a desarrollar en 2012. El pintor y escultor Luis Zafrilla quiso inmortalizar en el paisaje ilustrado que proyectó en la periferia de su pueblo, unas atractivas escenas tradicionales que representan costumbres y personajes pertenecientes al patrimonio social y cultural de la población. El código estético empleado es del más puro realismo. Incluso yo diría que con carácter previo a la realización de la escultura debió producirse un exigente trabajo fotográfico con vecinos reales del pueblo para acercarse mejor a la crónica de la realidad elegida. En la arboleda de La Dehesilla se reproducen juegos con nombres que parecen un trabalenguas: tabajasapos, estornija, estiragarrote, tieso, arrancacepas y pendola.


El recorrido del museo al aire libre incluye 22 escenas diferentes, que se pueden ir descubriendo en un largo paseo o intercalando el desplazamiento en coche con andar. Son conjuntos artísticos relativos a una tarde de toros, una fiesta de gitanos, la llegada de la guardia civil al pueblos o la comitiva que se forma para homenajear a la virgen del lugar.

Este paseo por la cultura rural de Cuenca sorprende por la veracidad y autenticidad con la que ha sido trabajado por el artista. Sin embargo Zafrilla en su trayectoria profesional también comparte con sus orígenes un alma creativa vinculada al mar y a la costa. Sus composiciones más conocidas se corresponden con luminosas escenas pictóricas de vida y tradiciones mediterráneas, vinculadas al intenso azul del mar, al luminoso color de las buganvillas, al blanco transparente de su arquitectura más cálida que podemos encontrar en las islas del Mare Nostrum. 


De tiempo de los árabes procede la estructura urbana de Cañete y su castillo. Pero también la huella medieval se descubre por todas sus arterias que desde la Plaza Mayor articulan el paseo del visitante de fuera hacia dentro, un itinerario planteado desde la carretera al centro urbano, para ir visitando a partir de sus murallas las escenas de su museo al aire libre. Produce gozo encontrar los primeros conjuntos escultóricos escuchando al mismo tiempo el rumor de las aguas del río y la gran cascada que se forma en la zona baja de la población, donde las lavanderas cantaban y hablaban al ritmo del movimiento de sus manos. Después, al aproximarnos a la puerta de acceso por la vieja muralla, se descubren los homenajes pictóricos al abrevadero donde caballerías y ganado recuperaban sus fuerzas o a la tradicional procesión de traslado de la virgen o al peligroso juego de correr delante de los toros.





En la pequeña población de Huerta del Marquesado el lavadero es el auténtico lugar de encuentro social para los veraneantes y la población local que combatía el frío ejerciendo una esforzada vida cotidiana y trabajos en las huertas, para aprovechar la infinidad de arroyos de este paraje natural. Construcciones de nuevo diseño han ido transformando el aspecto de este pueblo de interior y serrano. Hoy está considerado entre aquellos viajeros que desean reencontrar en vacaciones la parte más positiva de las tradiciones rurales. El paisaje artístico se produce acompañado por un gran silencio y la escasa presencia de personas que circulan por las calles.



La Serranía de Cuenca está formada por un conjunto de plataformas estructurales y pliegues, cortado a cuchillo por caudalosos cursos de agua, que han permitido formar en otros espacios algo alejados de los aquí descritos, unos museos de formas naturales, no creados por artistas sino por la fuerza del paso del tiempo y de los movimientos de la geología y la hidrología. Me refiero a los museos naturales de La Ciudad Encantada y Las Torcas, situados en una zona más cercana a la capital de la provincia de Cuenca, donde el agua milenaria ha creado en las enormes rocas unas formas caprichosas y monumentales que despiertan la admiración del visitante.  


martes, 14 de abril de 2020

MAESTRAS REPUBLICANAS: DOS CUÑADAS CON DIFERENTE FORTUNA

Hoy, 14 de abril, día que conmemoramos la proclamación de la Segunda República Española confinados en casa para ganar el futuro a la pandemia del coronavirus, quiero hacer homenaje a las mujeres y hombres que participaron en aquel tiempo en la generalización social  del acceso a la educación y a la cultura, inspirados en la libertad de pensamiento y en valores laicos.
Y para ello os presento un libro editado en Mallorca, por Lleonard Muntaner Editor, titulado Escola pública i mestres depurats (1936-1939). El cas de Maria de la Salut, escrito por Joan Carbonell Matas, profesional del sistema educativo mallorquín especializado en la aplicación de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Este pequeño volumen mereció el galardón del Premi Font i Roig de ensayo el pasado año, convocado por el ayuntamiento de esta población situada en el noreste agrícola de la isla. Dedica una especial atención a mi madre Ana y a su cuñada Fina y su marido Armando, comprometidos todos ellos con la educación republicana, pero que el desarrollo de la guerra civil, en donde Mallorca nunca estuvo del lado del gobierno legítimo, determinó que padecieran el proceso de depuración impuesto por los militares golpistas y que sus vidas tuvieran, tiempo después, unos destinos muy diferentes.
La portada del libro ilustra la fachada característica del centro construido en tiempo de la Dictadura de Primo de Rivera, levantado gracias al espíritu benefactor del médico del pueblo que se convirtió en promotor de las nuevas escuelas de niñas y niños, conocidas en tiempo más reciente como las escuelas de abajo y de arriba, por su situación en la estructura urbana.
El edificio mantiene todas sus características de sólida arquitectura clásica influenciada por algunos rasgos isleños, como es la presencia de un pozo en el patio central. Su última rehabilitación lo ha transformado en una hermosa biblioteca y espacio cultural. A raíz de su doble inauguración en 1928 y 1929 desfilaron primeros personajes de la vida nacional: el infante de España, Jaime de Borbón, y el presidente del Consejo de Ministros, Miguel Primo de Rivera, cuando seguía reinando Alfonso XIII. Yo he tenido oportunidad de visitarlo en dos ocasiones.




Carbonell cuenta que Fina Millás Mossi (identificada en la documentación como Josefa) fué una de las maestras desplazadas de la zona republicana de Menorca a Mallorca por razones familiares, y en esta última isla le cogió en julio el inicio de la guerra por lo que no pudo regresar a su plaza en propiedad en Ciutadella. Se incorporó el 12 de noviembre de 1936 a la escuela de niñas de María de la Salud, aunque vivía en Palma con su novio y posterior marido Armando, maestro en la población de Artá. A raíz de la guerra se había incorporado como brigada de complemento de ingenieros del Batallón de Baleares. Pero pese a esa decisión de entrar en el ejército franquista  (tal vez así evitaría sospechas sobre su ideología republicana -añado yo- ) estuvo pendiente de un consejo de guerra de carácter colectivo y permaneció varios meses encerrado con carácter preventivo en la prisión del fortín de Illetes.
En septiembre de 1936 Fina y Ana Covas Brunet (Anita para nuestra familia, nacida el 25 de julio de 1915 en Palma) coinciden en María y mantienen una amistad muy estrecha. Es Josefina quien presenta a su hermano a Ana, que será su futuro esposo Manuel. Así inicia el autor el apartado dedicado a Dues cunyades amb diferent sort.
Josefa era mayor que Ana. Había nacido en Valencia el 11 de enero de 1911. Desde enero del 35 era maestra definitiva de párvulos en Menorca. De las diferentes depuraciones que tuvieron lugar en Mallorca intentó pasar la primera, según acredita la documentación, con informe favorable de la Guardia Civil y el alcalde, pero fue el capellán del pueblo Matías Noguera quien puso las principales objeciones: "deja algo que desear debido a su manifiesta frivolidad demostrada sobre todo en sus pinturas y exagerada inmodestia en el vestir dando mal ejemplo a las niñas", "no son tampoco nada recomendables sino más bien merecedoras de toda censura las noticias que llegan de ella", y sin embargo el párroco reconoció que "cumple como cristiana porque asiste a misa y comulga con alguna frecuencia".
Toda esta documentación se conserva en el Arxiu Museu de l'Educació de les Illes Balears, abierto en la población de Inca, gracias a la visión de futuro que tuvo un empleado de las oficinas de la  delegación de Educación en Palma. Cuando la intentona de golpe de estado de 1981 decidió meter en cajas la documentación sobre las depuraciones de maestros republicanos y conservarla en lugar seguro.
El encuentro entre Fina y Anita, mi madre, quedó escrito en un diario de su juventud que redactó a los 80 años, al recordar una etapa que consideraba feliz por la formación y autonomía personal que adquirió como mujer con cultura y futuro profesional, gracias al apoyo familiar y a la gestión educativa de la República. A ambas se les puede reconocer, junto a otras profesoras, en las fotos del álbum familiar de aquella época, apoyadas sobre las características columnas de la fachada.



En un segundo expediente de la depuración de Fina, según la documentación que ha manejado Carbonell, se le relacionó directamente con el registro de los domicilios en Artá de Armando y de otro compañero suyo de profesión en  los que "presuntamente se encontró material de ideología anarcocomunista". Por lo que le denegaron en enero de 1938 un nuevo destino en Palma y alrededores. Pese a que la comisión no pudo probar su filiación política republicana ni sindicalista, en el sobre figura la letra R, que significa "roja".
Y es que -escribe el autor del libro- los depuradores aplicaban otros criterios para analizar la conducta de las mujeres maestras: debían ser sumisas a la Iglesia, sexualmente reprimidas, dóciles frente al hombre. Si este no era el perfil, la maestra republicana no quedaba rehabilitada.
Finalizada la guerra, Josefa no se presentó en octubre de 1939 a su plaza en propiedad de Ciutadella, porque se había casado con Armando el 21 de julio de 1938 en la parroquia del Terreno, barrio palmesano donde vivían, y prefirió cuidar de su esposo que seguía en la prisión militar de Illetes. Es posible que en su salida de prisión y posibilidad de regresar ambos a Valencia influyera mi padre Manuel, que pasó la guerra en la isla junto a su hermana, primero como joven falangista y luego, al incorporarse a filas, como militar que ascendió rapidamente en el cuerpo de ingenieros ocupado en una unidad de morteros, por tener estudios de técnico industrial.



En el diario de mi madre ha quedado escrito el encuentro con Fina y su hermano Manolo con las siguientes palabras: "A los pocos días llegó la nueva maestra, acompañada de su hermano, un joven vestido de falangista... Nosotras dos simpatizamos enseguida, nos agradamos en extremo. En cuanto al falangista no me fijé mucho en él...Nuestra amistad se hizo fuerte, verdadera y... pasamos juntas toda la guerra... muy buenas amigas, casi como hermanas... Por eso mi amistad con los Millás se hizo muy intensa". El hermano "cambió su uniforme de falangista por el de militar, pues llamaron a su quinta".
En el expediente de depuración de Anita fue el capellán Matías Noguera, quien de nuevo puso las objeciones más reaccionarias: "Respecto a la conducta social y particular, antes más modesta y seria, últimamente, y lo atribuyo yo al pernicioso influjo de otras compañeras maestras, dejaba algo que desear y fue objeto de censuras por parte del público". De modo que en el curso 1937-38 se dedicó a coser ropa militar en casa. Una vez formalizada la relación sentimental con Manolo pudo reincorporarse a la escuela de María de la Salud en el último curso de la guerra.
El destino, la suerte final de las dos cuñadas, fue muy diferente. Fina murió el 15 de enero de 1941 en Valencia durante el parto de su primera hija, quedando el bebé al cuidado de Armando y su familia en cuya casa vivían al dejar lejos los trágicos episodios de Mallorca.
Anita recuerda en su diario que Fina le escribía para recomendarle que se casara pronto con su hermano, "que en la familia de Valencia todos me esperaban". "Pero entonces ocurrió algo impensado y terrible... Fina falleció después del parto, acto seguido. Yo estaba en Maria de la Salud y recibí carta de Manolo, con la fatal noticia. Yo quedé desolada... además del dolor, sentí miedo al parto (ya lo tenía) y pensé que no me iba a casar, no por entonces. Y así se lo escribí a Manolo".
Para mi madre la amenaza de que el ejército franquista fuera a participar en la Segunda Guerra Mundial, suponía tener que separarse de su novio, con el riesgo de perderlo definitivamente en un nuevo conflicto bélico. Esta posibilidad de que España entrara de nuevo en guerra, le hizo cambiar de opinión y el 8 de septiembre de 1941 mis padres se casaron en la ermita de la Bonanova.
Si Fina truncó su vida y su carrera de maestra republicana de manera tan dramática a los 29 años, casi 30, Anita, después de criar una familia de seis hijos, tuvo la oportunidad de reincorporarse como maestra en el curso de 1981-82 a una escuela de Xirivella (Valencia) gracias a la ley de Amnistia de 1977. Dos años antes de su jubilación recuperó el espíritu de mujer libre, que trabaja fuera de casa, se relaciona socialmente con quien desea y aporta un sueldo al hogar. A mi padre le costó digerir el cambio, aunque nunca se opuso a sus decisiones y colaboró en aplicarlas. Pero algún efecto interno debió producir la vuelta de su esposa a la independencia de su juventud, porque mi padre dejó de vivir a los 74 años, víctima de un infarto y una dolencia pulmonar, y Anita le sobrevivió muchos años mas, hasta que falleció a los 97 protegida por una autonomía económica efecto de la profesión recuperada.
Me produce una enorme alegría poder escribir hoy este homenaje dedicado a dos maestras republicanas y recomendaros la lectura de la investigación realizada por Joan Carbonell Matas, que pese a centrarse en la realidad de una pequeña escuela de un pequeño pueblo mallorquín, representa la memoria de numerosos hombres y mujeres que desde el magisterio lucharon por defender los valores democráticos y republicanos.